Tengo que confesar una cosa (que
ya sabéis): tengo debilidad por las cosas raras. Y no, no lo digo
despectivamente. Me gusta lo experimental. Puede salir bien o puede salir mal. A veces lo
disfruto, a veces lo odio. Es una relación turbia y extraña. Pero si, me gustan las
cosas raras. Lo que se sale de la norma, lo que destaca donde el resto es
similar. Y aquí, Bradley de él se lleva un soberano diez. La obra de Connor Willumsen es surrealista y extraña a más no poder. Y no lo digo solo yo, basta
echar un vistazo a los blurbs. O, para que sirva de ejemplo, la sinopsis oficial:
El corredor creía que la vida
era un proceso lineal y mecánico de movimiento perpetuo, y el imitador la veía
como una lucha de poder, un ascenso hacia la autorrealización. Víctimas ambos
de su conocimiento vago del éxito, se embarcan en una odisea que los lleva hasta
los enormes buffets de Las Vegas, que aquí aparece situada en un futuro
cercano, y a través de la tierra baldía que se extiende ante ellos.
¿Cómo te quedas? Probablemente,
la primera vez que leas las 80 páginas del tirón que suponen Bradley de él
tendrás más preguntas que respuestas. No estás solo. Vas cuesta abajo y sin frenos. Nunca sabes que esta sucediendo
exactamente. Dudas, en lo más recóndito de tu consciencia, si es todo un sueño,
una broma o una pesadilla. Es inquietante, espeluznante, extraño, reflexivo y a
la vez, si, puede que hasta un poco divertido. La colección de escenas inconexas parece no tener
fin, hasta que lo tiene y parece -coger esto con pinzas, de verdad- tener sentido.
El mundo hollywodiense
Uno tiene bastante claro
que Bradley de él es una especie de diatriba sobre la cultura
estadounidense de las celebridades hollywoodienses. Es también un retrato de
lugares emblemáticos como el mismo Hollywood y Las Vegas. También de la cultura
pop y la formación de ídolos. Del mundo de las celebridades, de la actuación y
de esa burbuja insondable que rodea a todo ese cosmos del cine. Willemsun lo deja
caer desde el aparente costumbrismo: un actor parece estar preparándose para un
papel. Sin embargo… ¿podría ser esto tan meta como que ese actor sea otro actor
preparándose para otro papel?
Sin género de dudas, Bradley
de él no es uno de esos cómics cuya lectura deba ser pasiva. Tampoco que
sea para todos los paladares y gustos. Hasta su título es más sugerente de lo que pueda
parecer en una primera lectura. Requiere fijarse en los detalles, releer con
toda probabilidad y estar bastante atento a este alucinógeno viaje donde la
frontera entre personaje y actor parece diluirse en un extraño entorno casi
futurista, repleto del vacío espiritual de Las Vegas y consensuado en un
discurso final que lo reafirma en cada frase.
Nunca has visto nada igual (de
verdad)
Si, lo sé, es una frase típica. Pero aquí es verdad. Probablemente desde sus medidas (21,6 x 27,9 cm) Bradley de él ya sea un cómic que llame la atención. Ayuda, como no, su llamativa portada amarilla con una silueta negra. Ojo, lo mejor llega cuando abres una página. Dibujado en lo que parece lápiz estándar HB2, Willumsen crea un inventivo artefacto narrativo donde cada página esta rellena hasta el borde la mayor parte del tiempo. Cada página fluye, te lleva de su mano, en escenas sin marco ni viñeta que se entremezclan unas con otras. Todo fluye, todo es movimiento. Contenido y continente se fusionan en un juego formal experimental, surrealista y lisérgico de identidades ocultas.
Este tercer título del sello Alpha Cómic vuelve a dar buena muestra del ojo clínico y especial que tiene el sello de Alpha Cómic. Surrealista, extraño y espectacular, la edición respeta la propuesta original y viene genialmente traducida por Jorge de Cascante. Bradley de él es un cómic único, que da para muchas relecturas y charlas de sobremesa.
¡Hola!
ResponderEliminarPues no conocía este libro, pero viendo lo que trata y lo mucho que te ha gustado, puede que le dé una oportunidad.
Un abrazo
Es una obra curiosa, interesante y sobre todo, diferente. Espero que la disfrutes tanto como yo :)
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