Nnedi Okorafor (Trad. de Carla
Estruch Bataller)
Crononauta
Tapa blanda/Digital | 272 páginas
| 18€ / 5,49€
La tercera – y última- entrega de Binti es el colofón final al viaje que la adolescente himba emprendió un año atrás. Es el punto de encuentro con un personaje que deambulaba de aquí para allá repleta de dudas y misterios durante dos entregas. Es el momento de los descubrimientos, de las revelaciones y de dar sentido a todas las semillas plantadas durante este pequeño recorrido que supuso Binti y su segunda entrega titulada Hogar. Porque aquí es justo donde empieza esta etapa final: en su hogar. Tras la vuelta a Osemba, la joven verá cómo las llamas de una vieja rivalidad entre medusas y khoush no están apagadas del todo. De las cenizas renacen las llamas más vivas que nunca, y su hogar, corre un inminente peligro.
Acompañada del joven armonizador
zinariya Mwinyi, Binti emprende un viaje de vuelta contrarreloj con la intención de
encontrar y salvar tanto a su familia como a su querida Okwu. Y además, de
intentar alcanzar la paz entre pueblos como hizo anteriormente con las medusas.
Pero no será la única, ya que existen más especies a lo largo de la galaxia que
buscan el equilibrio universal. La mascarada nocturna es un punto y
aparte: el momento donde Binti debe ser capaz de madurar e integrar todo
aquello que confluye dentro de su ser. Es el instante de saber dejar las dudas
a un lado y comprender lo que realmente es.
Fanart de SharksDen
Somos la mezcla de nuestras
partes
Esta tercera entrega de Binti se
siente, al menos bajo mi mirada, el momento en que vemos el autentico
sentido de las dos entregas anteriores. Siempre hablábamos en términos de
identidad y pertenencia, pero no creo que el concepto quede tan absolutamente claro como en esta última entrega. Sobre todo, en los compases finales. Okorafor apela a que
el lector comprenda todas las vertientes que fluyen por dentro de Binti. Ella,
y solo ella, debe aprender a integrarlas y usarlas como herramientas en su
beneficio. Forman parte de ella y debe asumirlo.
Eso es lo que representa La
mascarada nocturna: madurez y cambio. La capacidad de una persona -tras un
largo, dubitativo y complicado viaje interior- de aceptarse a si misma tal y
como es. Tanto desde lo más tradicional como todo lo que le ha venido impuesto
después. Esta tercera entrega es un canto a la diversidad, a la individualidad
y al derecho de inclusión. Es un discurso sobre la posibilidad de unir y conciliar
culturas, puntos de vista y tradiciones. Es el relato de una joven que mezclo
todas las partes que la componían para hacerse a sí misma.
Un final anticlimático
Quizá lo que menos me ha
convencido de Binti es su final. Queda claro desde el título de cada entrega
que esto es la historia de Binti, vaya por delante. No es la historia de un
conflicto, ni de otra especie, ni de otra persona. Únicamente de la joven
himba. Sin embargo, aunque su periplo vital resulta cerrado, resulta evidente
que algunos de los eventos y misterios que la rodean han quedado más que
abiertos para el lector. Quizá sea irrelevante para algunos, pero si que deja la sensación
de que se han quedado algunos flecos interesantes en el tintero.
Fanart de Sarah Finnigan
¿Quién disparó primero? Nunca lo
sabremos. Justo cuando esta tercera entrega de Binti se despegaba de su
tono más intimista, abría su trama y parecía ser algo mucho más grande, Okorafor
baja la marcha y vuelve a indicar que esto es solo un escenario.
Zinariya, medusas y koush son un mero complemento. Sin embargo, la autora
no engaña a nadie. El ritmo de Binti, puestos en perspectiva, siempre ha sido
así. Han sido estos eventos los que han ido moldeando a la propia Binti. Los que han ido
integrando las nuevas partes de su ser.
De esta forma la autora nos
recuerda que cada experiencia vivida nos moldea. De una forma u otra. Para bien
o para mal. Debemos aprender de ellas, integrarlas y aceptarlas. Sin embargo,
como queda claro en los compases finales de La mascarada nocturna, nadie con
diecisiete años es capaz de tener una identidad con la que se defina por
completo. Y más, tras haber vivido experiencias tan traumáticas. Es por ello que Okorafor apela al tiempo y a la necesidad -en ocasiones- de la terapia
psicología para conseguirlo.
Ojalá hubiera sido una novela
Esta tercera entrega de Binti me
ha parecido la más espectacular y profunda de todas. Ya no solo por la
imaginería que demuestra una vez más Okorafor, si no por la culminación final
de un viaje interior. Pero, como muchos compañeros bloggeros, creo que como
novela larga hubiera funcionado mejor. Hay ciertas partes en que los temas
están tocados por encima, así como hechos que parece marcar más fuerte de lo aparente a la
protagonista. Sin embargo, creo que, pese a sus fallos, he
disfrutado de su sentido de la maravilla y conocimientos sobre una cultura
africana totalmente desconocida para mí. Y, lo mejor, que es muy posible que pronto la veamos en la pequeña pantalla de Hulu con guion coescrito por la propia
Okorafor junto a Stacy Osei-Kuffour. Que levante la mano quien este deseando
ver Oomza Uni.
Otras reseñas de interés:
¡Hooola!
ResponderEliminarLeo la reseña un poco así por encima porque no he leído los anteriores, pero cada vez tengo más ganas de hacerlo. Me gusta eso de que esta historia al final sea cambio, y que esta última parte vaya tanto de aceptarte tal cual eres y ser tú mismo. Una pena que el final sea un poco meh, pero bueno, aún así creo que los leeré.
¡besos!
No es que sea el final meh, para nada, lo que pasa es que hay ciertos acontecimientos detrás que a mi, personalmente, me llaman más la atención. Eso si, como bien apuntas, esa reflexión sobre aceptarse a uno mismo es lo que creo que hace a Binti una trilogía de lo más interesante.
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