VV. AA
Palabaristas
En abril de 2014 nacía de la mano de Cristina Macia, Cristina Jurado y Leticia Lara la antología Alucinadas. Con ella se pretendía dar difusión aquellas voces de habla hispana encuadradas en el genero de la ciencia ficción que hasta el momento no habían podido ser escuchadas. Ahora, en 2019, ya van por su quinta (y última) edición. Esta quinta entrega, coordinada por Sofía Rhei y Miriam Álvarez, ofrece diez relatos inéditos de ciencia ficción que se ramifican en diferentes vértices del género. Una antología repleta de ideas bastante interesantes, desarrolladas mejor o peor bajo el punto de vista de cada lector, que demuestra la buena base sobre la que puede crecer el imaginario hispano. Y eso, ya de por sí, es una buena noticia para todos los lectores.
Ideas más que historias
Abre la antología, tras el prólogo
de la gran Lisa Tuttle, Helacyton gartleri, de Esther Román. Se
trata de una ciencia ficción en su vertiente más científica que recuerda a las
misiones suicidas espaciales de El Marciano y al agobio atmosférico de Aniquilación.
Esta es la historia de lo que supone vivir en una estación espacial tras el
abandono humano de la Tierra. Una reflexión climática sobre el
peligro que supone extinguir la biodiversidad en la Tierra. Le sigue El
telar nuevo de Filomela, de Carmen Romero Lorenzo. Este es uno de esos relatos cuyas ideas me gustan, pero cuyo desarrollo no me acaba de convencer. Carmen ha
imaginado el futuro de los museos: en vez de objetos u elementos, tendremos
robots con IA implementadas que reproducen las vidas, historias y personalidades de sus
protagonistas. En este caso, viajamos hasta la antigua Grecia y la historia de
una Filomela que yace solitaria en el museo.
La aventura espacial de Alucinadas
V llega con Segunda, de Almudena Carrasco Pazos, una triste
historia espacial con aire a Star Wars y Mass Effect donde nos subimos a bordo
de la Titania para ejecutar una peligrosa misión. Lo más interesante es esa voz
narrativa, desde la que conocemos la jerarquía y el funcionamiento de este
ejército repleto de clones, poderes telepáticos y telequinéticos. Ojalá saber más de este
universo, ya que se queda en un mero planteamiento. Le sigue uno de mis
favoritos, Merma, de Elaine Villar Madruga. La autora cubana, que
ya me conquistó en la antología Ciudad Nómada y otros relatos, sigue el
filo de clones y copias del relato anterior. En este caso, muñecas robóticas
que reproducen copias fidedignas de personalidades conocidas. En concreto, Anastasia Románov y Frida Kahlo. Elaine teje con soltura un relato que aúna
conocimiento cultural de estás dos personalidades, un debate sobre lo que nos
hace ser humanos y las dinámicas de poder, además de toda una historia de
supervivencia.
La pura space opera llega con Ataraxia
1.0, de Mercé Homar Mas. Es la historia de una nave mercante de
contrabandistas multiétnica -que recuerda a la Peregrina de Becky
Chambers- con bastante carisma y mala baba. Un polizón en su carguero y un
objeto preciado serán el motivo por el que su viaje de vuelta sea bastante más
movido de lo habitual. Al igual que Segunda, parece el inicio de algo más largo
y ojalá, más aventuras de la Ataraxia lleguen a poder leerse. Otro de mis
favoritos es Cuatro Letras, de María Angulo, un trepidante
techno-thriller. Angulo nos lleva por toda una investigación clandestina
cuando Inmaculada, una enfermera, descubre que un paciente famoso que acude a
su clínica apareció muerto y sin sus órganos trasplantados. María nos planta en
el futuro, donde la fe católica es sustituida por una especie de fe científica
donde en el ADN no codificante creen que está escondido el mensaje divino de Dios. Con un guiño a Orphan Black (quién lea el relato lo
entenderá) y mucho thriller, es una historia de lo más entretenida.
Con un particular parecido a
Evangelion se sitúa Tragar la tierra, de Verónica Pazos. El
relato menos cifi de la antología y en el que más me ha costado entrar, vemos a una
chica entrenar para el momento crucial de su vida: a final de mes el Gólem de
guerra la absorberá por completo. Una pizca de mitología hebrea, un poco kaiju japonés pero con golems y una voz interior de lo más particular. La nota poética de la antología
la pone El vuelo frío, de Beatriz Sleich. Un relato brillante en
los primeros compases, donde aboca a venerar la Tierra y describir como
terminamos con ella, pero cuya trama "romántica" de la segunda mitad me resulta
de lo más antipática por culpa de su personaje masculino principal.
Modulación, de Andrea Pérez Prieto, es un relato distópico dentro de una sociedad donde todo está
estipulado, pautado y ordenado. Rezumando cierto aroma Black Mirror, acudimos en primera persona al día a día de una empleada que se dedica a dirigir candidatos diariamente hacia sus empleos ideales. Todo el mundo hace lo que
debe. Una elección peculiar la llevará a tomar una decisión que puede resultar
fatal. El statu quo debe perdurar. Y cerramos la persiana con un divertido
relato sobre el amor. Extraordinaria ignorancia, de Núria Solanellas Juncosa, relato ganador de la convocatoria, nos sube a bordo de la
Extraordinaria Ignorancia VI, un crucero espacial de parejas donde deben tomar
el fármaco Parasiempre®. Este hace que las parejas estén enamoradas para siempre, sin discusiones ni tensiones. Amor eterno. Por
supuesto, y no podía ser de otra forma, algún miembro del crucero se ha
olvidado de tomarlo. Una reflexión sobre el periodo de enamoramiento, el amor
real, la humanidad e incluso la Tierra. Un cierre muy redondo para la
antología.
Comentarios
Publicar un comentario
Lo primero de todo, GRACIAS por comentarme, asi me haces un poco más feliz. Lo segundo, si vas a comentar espero que sea desde el respeto a los demás y con este blog.
Gracias por tu comentario y visitarme :)