Isabel del Río Sanz
Ed. El Transbordador
Tapa blanda / digital | 140 páginas | 16€ / 4,90€
¿Qué constituye nuestra realidad? ¿Está algo ahí fuera, como descubrió Neo en Matrix, manejando los hilos? ¿Somos los protagonistas de nuestro propio destino? Esas y muchas más preguntas sobrevolaban mi corteza prefrontal cuando termine de leer —a las tantas de la mañana— hace unos días Madre, la novela corta de Isabel del Río Sanz publicada por Ediciones El Transbordador y originalmente en 2022 por Spècula Llibres. Breve, sugerente y construida como una historia planteada en diferentes planos narrativos que coquetean todo el tiempo con el horror cósmico, forma un insólito caleidoscopio, extraño, donde es el propio lector el que reconstruye — o trata de hacerlo— una imagen coherente de lo acontecido. Una novela corta que se lee del tirón, dada su longitud, pero que no deja de sorprender y exigir plena atención con cada vuelta de hoja, desafiando siempre al lector y llevándolo de visita a un espacio repleto de realidades múltiples.
Abandonando la Tierra
La premisa de la que parte de Madre es de lo más reconocible para el lector de ciencia ficción: para garantizar la supervivencia como especie, la humanidad se vió obligada a abandonar la Tierra. Solo pudieron escapar niños acompañados por un adulto, condenados a vivir en opresivas cápsulas espaciales. La humanidad se ha visto obligada a abandonar la Tierra para sobrevivir como especie viviendo en cápsulas espaciales. Nuestra protagonista es Penélope, una de las afortunadas junto a su hijo, Lucas, que llevan años en su cápsula espacial. Viven en un espacio reducido, pero Lucas ya es un adolescente y tiene un trabajo que odia. Sin embargo, cuando a él le asignaron su primera misión fuera de la cápsula, todo cambia. El joven, por supuesto, está deseando que lo recluten para investigar el espacio y salir de allí. Solo que Penélope sabe que ese destino es un suicidio y hará lo que esté en su mano — y más— para no quedarse sin su hijo.
Portada de su edición en catalán
Rompiendo expectativas
Cuando uno lee las primeras páginas de Madre piensa directamente en una historia de ciencia ficción clásica. Los trazos de Arthur C. Clarke están presentes, por así decirlo, desde el principio. Sin embargo, es a partir del segundo capítulo, cuando la cosa cambia. Isabel rompe las expectativas del lector y traza una historia donde la fragmentación y la no linealidad son las normas de la casa. En este marco post-apocalíptico se desata un universo de múltiples capas y realidades que se fusionan, confunden y superponen ante nuestros ojos. Ahora que tenemos tan de moda el concepto del multiverso y todos miran de cerca a lo que han hecho las series Marvel (aquí un fan más de la segunda temporada de Loki) en los últimos años, creo que muchas podrían aprender algo de Madre. La autora juega con la teoría del multiverso, el espacio-tiempo y le añade un toque de horror cósmico a todo, donde nada parece relativamente coherente. Y es que, a mi parecer, no podría ser de otra forma: ¿como percibir el tiempo narrado de forma lineal si nuestra protagonista, nuestra propia narradora, está viviendo una multiplicidad de realidades con el mismo momento a la vez?
Se que conceptualmente suena a me va a explotar la cabeza, y es normal. Es una de esas frases que más se repiten en el resto de reseñas sobre el libro. Madre es un rompecabezas espacial, arrollador y rompedor que se rige por normas que se escapan claramente a nuestro entendimiento. La conciencia y la realidad son temas que ya hemos visto tratados en la ciencia ficción y Madre se apoya claramente en ellos. Dark City, por ejemplo, con toda su extrañeza, se hace mucho más cercano aquí con la lectura de Madre. Porque la lectura de la novela corta tampoco es fácil, aunque temáticamente podamos vislumbrar el camino que debemos recorrer. O que creemos recorrer. Las piezas fragmentadas nos hablan sobre el arte de la creación en si misma, pero gestiona el término de MADRE como algo mucho complejo y gigantesco, como el poder creador y destructor infinito, como dos caras de la misma moneda que se necesitan y complementan.
Sobre la maternidad
Cuando uno lee las primeras páginas de Madre puede tener claro que se trata de una historia, en cierta medida, sobre la maternidad. Sobre ese vínculo biológico, espiritual y psicológico de una madre con su hijo. Está claro, Penélope quiere luchar porque su hijo sobreviva. Sin embargo, una vez Madre se convierte en algo mucho más extraño y experimental, Isabel del Río nos plantea otra conceptualización del mismo. Es el de Madre como esa fuerza creadora (como decía antes y relata el prólogo de Fernando Bonete), que da a luz otros mundos y universos del que todos somos habitantes. Es el del poder de los escritores, donde a través de su creatividad e imaginación, cada uno de nosotros, como lectores, incorporamos a nuestro ser una parte de esa realidad creada. Madre, pese a su carácter complejo y metaliterario, consigue de alguna mágica forma profundizar trascendentalmente en este concepto y juega, una y otra vez, a romper (y hacer explotar) nuestra mente siendo, ante todo, una novela significativa sobre nuestro — imaginario— universo infinito de realidades.
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