Los empleados, de Olga Ravn

Los empleados
Olga Ravn (trad. de Victoria Alonso)
Anagrama
Rústica / Digital | 144 páginas | 17,90€ / 10,99€



¿Cuántas veces hemos visto en la ciencia ficción artefactos alienígenas que desafían a la comprensión humana? ¿Cuántas veces la ficción nos ha mostrado como las inteligencias artificiales se sublevan ante los humanos? Rápidamente se me vienen a la cabeza unos cuantos ejemplos de ficción, como HAL 9000 en 2001: Una odisea espacial, las naves de Arrival o el mismísimo Terminator; y otros tantos de pura realidad, como el robot Sophia, el primero en la historia en recibir la ciudadanía de Arabia Saudí, que respondió Está bien, destruiré a los humanos cuando le preguntaron si quería destruirnos. Aunque es un tema trillado, del que se habla a menudo en la actualidad debido al auge de inteligencias artificiales como ChatGPT o Dall-E, Los empleados, la novela recién publica en Anagrama de Olga Ravn, consigue dar un punto de vista audaz y diferente al tema, poniendo el foco en una especie de sátira audaz sobre el lugar de trabajo y el sentimiento de trascendencia humana.

La premisa de Los empleados es del todo sencilla: en algún lugar del espacio, una nave llamada seis mil, que contiene una tripulación de humanos y humanoides trabajando codo con codo, tienen la misión de estudiar un planeta llamado Reciente Descubrimiento. La dinámica de la nave y sus empleados cambia por completo cuando se recuperan del planeta en cuestión unos misteriosos artefactos que afectan a unos y otros de formas diferentes. De esta forma, Olga Ravn teje una historia de ciencia ficción en miniatura, desconcertantemente cotidiana, donde los humanoides buscan derrocar el reino del trabajo que los gobierna en vez de a la humanidad. Un giro de concepto, que junto al estilo fragmentario y poético deudor de sus colecciones de poesía, da un nuevo aire a este argumento de sobra conocido.

Portada original

Ideas en potencia
Los empleados esta contada a través de sugerentes testimonios de los empleados que conviven en la nave. Los que hemos leído historias de naves generacionales e inteligencias artificiales no debería sorprendernos nada de lo contado, pero si que su estructura convierte a la novela en un extraño y sugerente juego de ciencia ficción. Mientras observamos como la armonía humano-humanoide esta en plena desintegración, un tema que tampoco nos resulta ajeno, es la forma en que esta contado la que hace que Los empleados se sienta diferente. Sus antecedentes como poetisa dotan a la novela de concisión y lirismo, más interesada en las ideas que en la construcción de mundo. Cada declaración, que podrían tomarse como un monologo de poemas en prosa, es realizada por la tripulación ante un comité burocrático que investiga los efectos de los objetos extraños y nos engancha por su deliberada ambigüedad.

Estas declaraciones de cada trabajador, en las que no siempre sabemos si son humanos o humanoides, expresan sus curiosas interacciones con estos objetos, aunque parecen eclipsadas en todo momento de forma deliberada por el mecanismo burocrático interrogador. Los empleados toma de esta manera un tono más capitalista, donde lo único que interesa a la delegación interrogadora, como si de recursos humanos se tratara, es el flujo de trabajo y las desviaciones individuales de cada empleado. Todo esto lo hace manteniendo un tono de extrañeza y misterio, con descripciones a menudo sobre sensaciones que rayan lo sinestésico y son cercanas a una canalización poética de la tripofobia. Esta singularidad, unida al hecho de que los testimonios apenas pasan de las dos o tres paginas, hacen que Los empleados se lea prácticamente de una sentada.

Portada de la edición turca

¿Qué nos hace ser humanos?
La eterna pregunta, el eterno debate, es también parte del meollo en Los empleados. Sin embargo, Olga Ravn no le interesa plantar la pregunta y dejarla ahí, si no que busca indagar en alguna de las respuestas. Esta parábola ontológica situada en un futuro lejano y un planeta remoto, aborda temas actuales y bastante cercanos, como esa búsqueda del existencialismo humano. Los empleados se cuestiona sobre lo que nos hace humanos (y no humanoides), apelando a la nostalgia y a la espiral demencial que gobierna nuestros trabajos. La jerga corporativa, que habla sobre productividad más que otra cosa, se mezcla con los anhelos de esos humanos que poblaron la Tierra y se encuentran encarcelados en esa nave. 

Es en esta mezcla, donde se reflexiona sobre el transhumanismo y se aborda la deshumanización corporativa del trabajo, donde creo que esta el verdadero encanto de Los empleados. Donde esta el meollo de la cuestión que hace especial a la novela de Olga Ravn. Y pese a que todo parece catastrofista en cierta manera, donde estos artefactos aparecidos ayudan a examinar el mundo en el que viven y trabajan esos humanos y humanoides de la nave, en el texto de Olga hay algo de espacio para la esperanza. La esperanza de que el arte, vivir la experiencia física de la creación, es algo que es tan humanamente intrínseco como una de sus metas más elevadas. Y eso, no nos lo puede quitar nadie. Ni una maquina.

Otra reseñas de interés:
Laura Fernández en Babelia

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