Hija de la venganza, de Michael McDowell

Hija de la venganza
Michael McDowell (trad. de Carles Andreu)
Blackie Books
Tapa dura | 408 páginas | 24,90€



Un año y medio después del fenómeno (revuelo) editorial causado por la publicación de la saga Blackwater en nuestro país, la editorial Blackie Books presenta en sociedad un nuevo título (Hija de la venganza) de Michael McDowell en español (y catalán) e inaugura, de esta forma, la Biblioteca Michael McDowell, donde publicarán la obra original del autor. Desde la recuperación de su obra en 2012 por Valancourt Books, así como la página al completo que le dedica Grady Hendrix en su Paperbacks from Hell (Minotauro, 2024), el nombre del autor americano parece perpetuar y extenderse, años después de su muerte, fortaleciendo su objetivo vital como escritor: ser un autor comercial y popular del momento.  Al final, igual si que era un (buen) error intentar escribir para la posteridad, como él afirmaba con orgullo.

La hija de la venganza
Publicada originalmente con el título de Katie —un guiño fonético a la Carrie de su admirado y amigo Stephen King— en 1982, un año antes del éxito editorial original de la publicación seriada de Blackwater, Hija de la venganza nos lleva hasta New Jersey, concretamente al pueblo de New Egypt, donde vive Philomena Drax con su madre, la costurera local. Es el año 1971, y tras la muerte de su padre en la guerra, Philo y su madre apenas sobreviven y llegan a pagar el alquiler cada semana. Sin embargo, un día reciben la carta de su abuelo, al cual hace 20 años que su madre no ve y ella misma nunca ha conocido. Una carta que les cuenta su deseo de reconciliarse con su madre, y que admite que posee una buena fortuna.

Sin embargo, en la carta también les confiesa: he empezado a temer por mi vida. El viejo Richard Parrock, el abuelo, les relata cómo una familia sin escrúpulos, los Slape, se han hecho con su granja y pretenden matarlo para quedarse con su dinero. El tiempo apremia, por qué parece que la chica más joven del clan, Katie Slape, tiene el don de la clarividencia y una nada cuestionable habilidad criminal con el martillo. Las cosas se ponen frenéticas, las persecuciones no paran, yendo desde Nueva Jersey hasta Saratoga, pasando por los muelles de Nueva York o la ciudad de Boston. Es un duelo a muerte, y ha llegado el momento de la venganza. ¿Estará Philo preparada?

Cubierta de la edición francesa

Un thriller sobrenatural
Muchos lectores asociamos a Michael McDowell a eso que conocimos como gótico sureño con la publicación de Blackwater, pero Hija de la venganza, aunque comparte algunos elementos comunes, tira por otros derroteros más cercanos al thriller sobrenatural (con toques históricos) que contemplamos (actualmente) en la figura de Stephen King. La amoral y analfabeta Katie Slape funciona como un catalizador para novela, prácticamente imparable, que obliga a Philo a tener que estar siempre escondida y huyendo. El terror que Katie infunde es visceral, potenciado por ese elemento psíquico sutil, que nunca sabes qué es lo que ha podido ver (o no). Eso inicia una persecución repleta de encuentros violentos, una caza del gato y el ratón, donde el viaje vengativo de justicia de Philo va de sorpresa en sorpresa. El tono de terror lo pone la propia supervivencia, donde los monstruos son los propios Slape con actos de violencia sangrientos, los cuales carecen de cualquier propósito más allá de la crueldad o la codicia. Como decía el subtítulo de su edición original: «Katie nunca mató con amabilidad».

La Gilded Age
Al igual que pasaba con Blackwater, Hija de la venganza se desarrolla en los Estados Unidos de la época posterior a la Guerra Civil, alrededor de la década de 1880. Si bien Blackwater optaba por mostrarnos las secuelas de esa guerra en un pequeño pueblo de Alabama, aquí McDowell abandona la vida de pueblo para llevarnos hasta la gran manzana y diversas regiones de los Estados Unidos, pero con idéntica habilidad para reflejar el mismo costumbrismo histórico. Así, la novela se mueve entre pequeños pueblos y la efervescencia de la vida en la ciudad de Nueva York, exponiendo —de una forma brutal— las brechas entre las diferentes clases sociales de la época. El ambiente de Nueva York es un laberinto de oportunidades y peligros, ideal para que una asesina como Katie Slape y su despiadada familia (sin nada remotamente redentor en ningún aspecto de su existencia) cometan sus crímenes con impunidad. Pero también, para que Philo encuentre nuevas oportunidades, casualidades y aliados, gente con poder y bajos fondos de los que no sabe qué esperar.

Cubierta de la edición original

Justicia poética
Influenciado por las novelas populares de la década de 1860, adictas a los Penny Dreadful y las dime novels (publicaciones baratas y accesibles), Michael McDowell teje sus ingredientes con una destreza narrativa que lleva un paso más (sangriento) allá sus estructuras tradicionales e imprime un ritmo telenovelesco que crea adicción. El regusto gótico, impregnado por esos personajes y diálogos exquisitos, son hábilmente balanceados por una artesanía narrativa cuidadosa, paciente y que sabe siempre que marcha debe engranar. Capítulos cortos con frecuentes reveses de la fortuna para su protagonista, lo que hace que sea difícil dejar la lectura a un lado, creando una sensación de temor creciente en el lector según avanzan las páginas, sin sentirse nunca acelerada.

La maldad y la justicia se entrelazan a lo largo de toda Hija de la venganza, examinando las psiques de cada personaje con apenas dos pinceladas, sabiendo aterrar y cautivar con apenas unas líneas. No hay grises aquí, solo buenos y malos en esta ocasión. El melodrama de enfrentar a la heroína virtuosa (Philo) contra la maldad personificada (Katie y los Slape), engalanado con la prosa detallada y el contenido violento del libro, forman un compuesto con alma clásica pero que deja regusto (sangriento) brutalmente moderno. Sin embargo, hay en todo ello una justicia poética, una sensación visceralmente satisfactoria al cerrar el libro, una sonrisa (sonora) que solo sus lectores podrán entender. 

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Comentarios

  1. Entre una cosa y otra he descartado Blackwater y este me tienta más. De momento, lo tengo en el punto de mira, a ver si me animo del todo.
    Un beso, Mangrii.

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