Once años de Boy With Letters

Once años es mucho tiempo. Muchísimo. Imagínatelo para mantener algo en el tiempo. Algo que haces por hobby diariamente. Has pasado por diferentes etapas de tu vida en esos once años, has cambiado, pero sigues ahí, en ese barco, remando cada semana. Y puede que los blogs ya no estén de moda y la inmediatez de la información haya desbancado su posición, pero es la única forma que conozco de poder hacer lo que hago. Podrías grabar vídeos, diría alguno. Podrías grabar un podcast con tus reseñas, dirían otros. Podrías crear contenido directo para redes sociales. No creáis que no lo he intentado. Sin embargo, no funciona (del todo) para mí. No me gusta. No lo disfruto ¿Y por qué seguir haciendo esto si no lo disfruto?

Mítica primera imagen de perfil

Boy with letters nació hace once años en la noche del 2 octubre a las tantas de la mañana. La historia de origen dice que un par de conocidas (Ruth e Isa, gracias), también lectoras, lo hacían y me inspiraron. Otras, que un ente fantasmal me dijo que lo hiciera. Quizás, que una fuerza desconocida del universo susurró a mis oídos. También existe la teoría de que estuviera predestinado. Asimismo, que no tenía a nadie con quién hablar de libros ¿Quizá El Ministerio del Tiempo me puso en el lugar adecuado por algún motivo? ¿Será una consecuencia del efecto mariposa de Evan Treborn? No lo sé, ni tampoco creo que importe.

Y todo empezó aquí. ¿Lo reconocéis?

Primera cabecera del blog

Estoy seguro de que gran parte de los que lean esto no lo hará. Esto era BWL en su estado primigenio. Las redes sociales estaban en pleno apogeo, no apagadas por la niebla de la publicidad y el capitalismo imperante. Un grupo de reseñadores y reseñadoras nos compartíamos y comentábamos las entradas de unos y otros como locos kamikazes cada día. ¿Recordáis el "saludos, no me interesa, pero me paso a comentar"? Una red tanto de apoyo como de colaboración un poco extraña. Sin embargo, de cierta manera, le daba a uno ganas de hacer más (y más). Viejos recuerdos de Vietnam el publicar una entrada si no era cada día o cada dos. Sin embargo, ya sabéis la historia, poco a poco la red de blogs fue perdiendo fuerza contra las redes sociales y la inmediatez. El foco ya no era el rincón de cada uno, si no los vistazos, likes y el contenido rápido, cada vez más imperante en nuestro mundo. Que te vieran, lo que te leyeran. Pero unos pocos disidentes resistimos.

Esta igual (o no) ya os suena un poco más

En 2019 cambié el blog a la imagen que ahora conocéis. Algo más profesional, más limpio, con las ilustraciones de Sam G. C en el banner y el logo, así como el diseño de Minerva para la web. También sería el año de un artículo que llame La tiranía de las novedades ¿es real?. Fue un cambio para mi a nivel personal, y el proceso en que trabajaba por qué esto es un hobby y al final un trabajo también en el blog.

Dejaron de importarme los números, lo cual ayuda a la salud mental de uno. Dejó de importar la cantidad de gente que me leía, a la que llegaba, que le interesaba. Dejó de importar estar siempre al día y reseñar el último boom del mercado editorial para que te "vieran". Me centré en hacer lo que me gusta, en explorar lo que me interesa y en desmarcarme, en cierto sentido, del resto de blogs y cuentas dedicadas a libros. Supongo que si eres lector asiduo del blog te has dado cuenta. ¿Qué sentido tenía poseer un espacio individual para hacer lo mismo que hace todo el mundo?

Empezó la época de hacer artículos más trabajados, como el del Mitchellverse y, por supuesto, la llegada de la literatura ergódica a mi vida (y blog) que me hizo reencontrarme con mi ambición como lector: descubrir horizontes inalcanzables que me fascinen de nuevo. También en darme una especie de (nueva) identidad, seguir con esa ansia de búsqueda constante y pasión que a muchos nos mueve a la hora de leer. Es el combustible que necesito, el de la curiosidad, para poder seguir aquí. También, el de traspasar algunas fronteras para rozar con mis tentaculos (teclas) a otros lectores como yo.

Sería ignorante no admitir que estos once años me han dado mucho, más allá de un grupito personas que me rodean y solo este lugar virtual me ha concedido. Conocer y presentar a algunos de mis autores favoritos en el Celsius 232 y el Festival 42, trabajar con algunas editoriales que me encantan, hacer prólogos y posfacios, ser jurado de algunos premios del fantástico en España y, por supuesto, que mi trabajo se haya fusionado con lo que empezó como un hobby: ser librero. A estas alturas negar que los libros son mi vida sería un maldita estupidez, y no seré yo quien lo haga. Les debo mucho, tanto o más que a este blog.

Presentación con David Mitchell (Celsius 2023)

La verdad es que me impacta ver once años de mi vida dedicados al blog y al mundo de la literatura. Son tantos recuerdos, tantas lecturas, tantas conversaciones, tantas personas, tantos libros. No tengo ninguna pretensión —ni nunca la he tenido— de ir más allá de compartir con el mundo lo que me apasiona. Por eso, siempre me sorprende que alguien me reconozca, que alguien me escriba, que alguien me pida que acuda a su podcast/canal, o (incluso) le firme algo. Uno nunca se llega a habituar a eso, por más veces que pase. Solo puedo dar las gracias, una y otra vez, por el respeto y la admiración que muchos me demostrais, tanto detrás de las pantallas como en la vida real. Y eso, no se puede pagar con nada, salvo seguir haciendo lo que hago. Gracias por leer(me), de corazón.

Comentarios

  1. Saludos, me interesa muchísimo. Me paso a comentar y enviarte un abrazo enorme 😬 Viva la Old School!

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  2. Doy gracias a la literatura cada día por ponerme en el camino a personitas como tú, y por seguir enseñándome cosas nuevas cada día. Feliz aniversario 🥰

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  3. Saludos, no me interesa, pero me paso a comentar

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  4. Wow! Cuanto caminar entre letras, muchas felicidades y gracias por estar presente.

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