Amal El-Mohtar (trad. de Pilar Ramírez Tello)
Obscura Editorial
Cubierta de la edición en catalán
Cantemos a los sauces
En la ciudad de Thistleford (inspirada en la inglesa Chagford), el mágico río Solazar discurre de norte a sur —rebosante de gramática— hacia Arcadia, la conocida tierra de las hadas. Esther e Ysabel Harthorn, últimas hijas de la casa familiar de las afueras, junto a la frontera con las Tierras Modales, se dedican a cuidar de los sauces y su gramática con la belleza de sus voces, combinadas para mantenerlos vibrantes y saludables tanto a la mañana como a la noche. Con una vida serena y (casi) idílica, la tensión entre las dos hermanas comienza a aumentar cuando Esther es tentada por su amante hada, Rin, a venir a Arcadia y dejar atrás su vida. Simultáneamente, su vecino, poco agradable, intenta conquistar a una hermana y luego a otra por el bien de sus tierras.
La gramática como magia
¿Qué es la magia, sino un cambio en el mundo?, pregunta el narrador al empezar la novela. ¿Qué es la conjugación, sino una transformación de algo en otra cosa?, continúa. La cualidad onírica y poética del texto (increíblemente trasladada al español por Pilar Ramírez Tello) está presente en cada una de las (apenas) cien páginas, haciendo de ella una característica intrínsecamente ligada al mismo significado —y experiencia— de la novela. El lenguaje, la gramática, la gramarye (raíz etimológica de grimorio), es la magia que impregna el libro, que eleva todo el texto a la categoría de conjuro y embebe todo nuestro ser. Poesía y prosa son como vasos comunicantes, como único codificador común de lo real. Con este sistema de magia fluido y transformador, El río tiene raíces presenta un universo cambiante, deliciosamente imaginativo y bello, superponiendo una capa melódica a la trama de la novela que contribuye a su encanto, así como su aspecto sombrío y más oscuro.
En la ciudad de Thistleford (inspirada en la inglesa Chagford), el mágico río Solazar discurre de norte a sur —rebosante de gramática— hacia Arcadia, la conocida tierra de las hadas. Esther e Ysabel Harthorn, últimas hijas de la casa familiar de las afueras, junto a la frontera con las Tierras Modales, se dedican a cuidar de los sauces y su gramática con la belleza de sus voces, combinadas para mantenerlos vibrantes y saludables tanto a la mañana como a la noche. Con una vida serena y (casi) idílica, la tensión entre las dos hermanas comienza a aumentar cuando Esther es tentada por su amante hada, Rin, a venir a Arcadia y dejar atrás su vida. Simultáneamente, su vecino, poco agradable, intenta conquistar a una hermana y luego a otra por el bien de sus tierras.
La gramática como magia
¿Qué es la magia, sino un cambio en el mundo?, pregunta el narrador al empezar la novela. ¿Qué es la conjugación, sino una transformación de algo en otra cosa?, continúa. La cualidad onírica y poética del texto (increíblemente trasladada al español por Pilar Ramírez Tello) está presente en cada una de las (apenas) cien páginas, haciendo de ella una característica intrínsecamente ligada al mismo significado —y experiencia— de la novela. El lenguaje, la gramática, la gramarye (raíz etimológica de grimorio), es la magia que impregna el libro, que eleva todo el texto a la categoría de conjuro y embebe todo nuestro ser. Poesía y prosa son como vasos comunicantes, como único codificador común de lo real. Con este sistema de magia fluido y transformador, El río tiene raíces presenta un universo cambiante, deliciosamente imaginativo y bello, superponiendo una capa melódica a la trama de la novela que contribuye a su encanto, así como su aspecto sombrío y más oscuro.
Cubierta de la edición en inglés
Aceptando la extrañeza
Si bien El río tiene raíces parte en gran medida de tropos familiares para el folclore tradicional feérico, como que el tiempo funcione diferente en el mundo de las hadas o que los Fae sean cambiaformas, Amal sabe conjugar estos elementos y darles todavía un punto más de ambigüedad. La novela pide que aceptes toda su extrañeza, aunque es fácil hacerlo, y no solo por qué la extensión del libro sea casi menor a cien páginas. Con el vínculo entre las dos hermanas como eje central, la novela presenta lo queer como natural y logra fluir entre las fronteras de Arcadia (País de las hadas) y la crítica sutil pero firme al patriarcado de Thistleford. Todo ello impulsado por el amor (tanto romántico como fraternal) y la justicia. Sin embargo, si algo prevalece, es el deseo de comunicarse con otros, el poder de las palabras sobre el mundo que habitan.
Quiero volver a Arcadia
¿Y que se hace cuando se acaba la historia de un lugar que sientes mágico y especial? Siento cierta frustración y entusiasmo por no conocer más sobre Arcadia y sus seres, por pasar un rato más con la peculiar Agnes o Rin. Amal ha creado un universo de la nada, un mundo cruel y tierno a la vez, distinguible entre el resto por esas sombras apenas vislumbradas e incognoscibles. Con brujas que irrumpen la narrativa, con hadas que no pueden cantar y mucha gramática, absolutamente diferente, que puede significar (también) muchas cosas diferentes. Por ese mismo fluir del río Solazar, que nunca se detiene corriente arriba o abajo, espero que Amal coja su curso rumbo Arcadia algún día de nuevo.
Si bien El río tiene raíces parte en gran medida de tropos familiares para el folclore tradicional feérico, como que el tiempo funcione diferente en el mundo de las hadas o que los Fae sean cambiaformas, Amal sabe conjugar estos elementos y darles todavía un punto más de ambigüedad. La novela pide que aceptes toda su extrañeza, aunque es fácil hacerlo, y no solo por qué la extensión del libro sea casi menor a cien páginas. Con el vínculo entre las dos hermanas como eje central, la novela presenta lo queer como natural y logra fluir entre las fronteras de Arcadia (País de las hadas) y la crítica sutil pero firme al patriarcado de Thistleford. Todo ello impulsado por el amor (tanto romántico como fraternal) y la justicia. Sin embargo, si algo prevalece, es el deseo de comunicarse con otros, el poder de las palabras sobre el mundo que habitan.
Quiero volver a Arcadia
¿Y que se hace cuando se acaba la historia de un lugar que sientes mágico y especial? Siento cierta frustración y entusiasmo por no conocer más sobre Arcadia y sus seres, por pasar un rato más con la peculiar Agnes o Rin. Amal ha creado un universo de la nada, un mundo cruel y tierno a la vez, distinguible entre el resto por esas sombras apenas vislumbradas e incognoscibles. Con brujas que irrumpen la narrativa, con hadas que no pueden cantar y mucha gramática, absolutamente diferente, que puede significar (también) muchas cosas diferentes. Por ese mismo fluir del río Solazar, que nunca se detiene corriente arriba o abajo, espero que Amal coja su curso rumbo Arcadia algún día de nuevo.
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