The Private Eye, de Brian K. Vaughan

The Private Eye
Brian K. Vaughan | Marcos Martin | Muntsa Vicente
Ediciones Gigamesh
Tapa dura | 304 páginas | 20€


En un futuro muy lejano (o no tanto), todos tendremos una identidad secreta. La información almacenada en la nube reventó y los secretos más oscuros e íntimos vieron la luz. Las redes que creamos y compartimos, solo muestran una cara de nosotros mismos. Es como si WikiLeaks hubiera destapado toda la información posible. Carreras truncadas, seres queridos enemistados y vidas personales arruinadas. Cuarenta días después de lo que se conoce como la Gran Inundación, la nube desapareció.

Varias décadas después, la vida es muy diferente a como la conocíamos. De igual forma que antes lo hacíamos en línea, los estadounidenses en el año 2076 pueden explorar ideas e identidades nuevas cada día. La gente sale sigilosamente de sus trabajos con máscaras y se ha renovado el interés por los objetos físicos como los libros. Liberados de los entornos virtuales, el mundo se ha reconstruido en un formato retrofuturista.

Ciudadanos que pululan enmascarados y acuden a sus lugares de culto sin ser juzgados. Desde los más famosos hasta los más desconocidos, todos pueden pasar desapercibidos en los lugares más sórdidos. Sin embargo, alguien tiene que establecer el control: el Cuarto Poder. La prensa es la ley. Los periodistas ejercen de agentes altamente cualificados que se valen de sus habilidades, armas y ordenes de registro para proteger al ciudadano.

Por supuesto, no todo es tan de color de rosa. Existen los Paparazzi, investigadores privados del mercado negro y sin licencia que consiguen sacar toda la información sensible. Uno de ellos es P.I., nuestro protagonista. La noche en que una mujer ataviada con una mascará de tigre le pide que la investigue a ella, para ver que información puede conseguir sobre ella misma, su vida secreta se verá alterada. Esa misma noche, la mujer muere.

Forma y fondo más que historia

Con un tono de cine negro futurista, cercano a la ciencia ficción más creíble y con un buen poso de crítica social, The Private Eye se ramifica en diez capítulos sin rodeos. La trama es sencillamente puro thriller, directa, y con escenas que transcurren a toda velocidad. Brian K. Vaughan (Saga, Paper Girls) parece haberse vuelto especialista en las persecuciones más adrenalínicas, dado que cada capitulo contiene alguna. Es un comic de acción y un thriller en el sentido más estricto, aunque con cierto fondo, amplificando dicha sensación su peculiar formato apaisado. Un formato que, para servidor, es un cierto punto negativo por su incomodidad, como me pasaba con ¡Universo! de Albert Monteys.

Poniendo el dedo en la llaga a todo color

No es difícil creer el escenario planteado por The Private Eye. Imaginar las consecuencias de que Internet se nos vaya de las manos (si no lo ha hecho ya) y los problemas en cuanto a la protección de datos, son uno de los principales atractivos del cómic. La sociedad de consumo y las redes sociales son alguno de nuestros males más actuales. Si lo hacemos con esa edición Deluxe editada por Gigamesh, podremos deleitarnos aún más con el nivel de detalle y limpieza en el dibujo de Marcos Martin, así como en los colores glam y saturados de Muntsa Vicente. Un perfecto vehículo para un discurso que tiene mucho que decir a día de hoy. Si le queréis dar una ojeada, siempre podéis hacerlo online.

La piedra angular

The Private Eye es uno de los comics más importantes de los últimos años. Aparte de su galardón como mejor comic digital en los Eisner de 2015, supuso la apertura de Panel Syndicate, una plataforma que permite publicar y descargar esta y más historias de otros profesionales independientes, donde es el lector el que elige cuanto quiere pagar por la obra desde los 0€. Un salto al vacío en el mundo del cómic que según el propio Brian K. Vaughan ha salido bastante bien. Basta ver el buen variado de títulos que caen por allí, como mi querido ¡Universo! de Albert Monteys, Barrier de los mismos autores o Friday, la premiada obra de Ed Brubaker, Marcos Martin and Muntsa Vicente.

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Comentarios

  1. No lo conocía pero puede estar bien, gracias por la reseña.
    Besos

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