Luis Carlos Barragán
Caja Negra Editora
Publicado originalmente por Ediciones Vestigio en 2021, Parásitos Perfectos aterrizó en tierras españolas el año pasado gracias al (excelente) trabajo de la editorial argentina Caja Negra Editora, que cada día (gracias a su distribución en España) nos acerca más a la literatura de ciencia ficción o weird latinoamericana. Escrita por Luis Carlos Barragán por alrededor de diez años de trabajo, las quince narraciones que componen Parásitos Perfectos son una muestra personal de inquietudes donde lo biológico se articula como un eje central. Encuadrado en lo que podríamos llamar la ola del New Weird Latinoamericano que define Ramiro Sanchiz en Bienvenidxs al continuo weird (Mundo Weird: antología de nueva ficción extraña, vol. 1; Holobionte Ediciones), Parásitos perfectos es una especie de híbrido posthumanista con mirada biológica donde conviven elementos de J. Ballard, Philip K. Dick, William Gibson o el maestro del eroguro Shintaro Kago. En ella cohabitan quince textos excepcionales —sobre todo Carretera negra, Simbiosis, Teología de los campos de fuerza o Centípode azul— de los que hablaré en terminos generales.
Simbiogénesis visual
Antes infectada que sencilla, como reza el subtítulo de la colección de historias, evoca una contrariedad con el significado que asociamos a la palabra infección. Donde asociamos algo negativo, Barragán se encarga de desligarlo y convertirlo en un elemento deseable, al menos por la mayoría de los protagonistas de sus historias. El cuerpo infectado, a menudo considerado débil, se transforma aquí en una identidad deseable. Su base, y la de todas las narraciones del conjunto, es la simbiogénesis, esa idea de la evolución a partir de la unión de distintos organismos. Así, infectarse, simbiotizarse, se convierte en algo deseable. El catálogo biopunk de Parásitos Perfectos, con elementos de biología y de ciencia ficción simbiotizados pero sin nunca traspasar la frontera de lo hard, pueden verse más allá de las palabras. Cada relato, cada historia, se completa con una ilustración final realizada por el propio Barragán. Con líneas pulidas, casi de dibujo técnico, nos podemos sumergir en los detalles de sus ingenios biológicos y procesar, de alguna forma, cada una de sus especulaciones de futuro.
Bogotá (viva) como escenario
Aunque cada relato nos mueva hasta un tiempo casi siempre desconocido y no siempre sea el escenario, Bogotá se articula como el centro neurálgico de las historias. Ficción y realidad, una vez más, dándose la mano. Barragán nos lleva hasta su ciudad, un lugar gentrificado, dividido en zonas, con sus barrios y conflictos, con la violencia, el narcotráfico, la xenofobia y la discriminación como norma. A veces, una mera mención, otras, una presencia casi sugerida, y la mayoría, escenarios que parecen hacernos pensar en que cada una de estas narraciones, por extraño que parezca, se sitúan en el mismo universo ficcional. En ellos todo está, de alguna manera, vivo. Los vehículos, el transporte, las naves, los electrodomésticos. Piensa en lo que quieras, casi todo sostiene relaciones simbióticas con los humanos. El intercambio es una nueva oportunidad en la vida. Nosotros ofrecemos alimento, las criaturas ofrecen la posibilidad de cambio. Insectos, hongos, parásitos. Todos son puentes, que se ingieren, que se experimentan, incluso llegando a metamorfosearnos.
En busca de la plenitud personal
Son varios los elementos los que ligan todas las historias en su conjunto, tanto el escenario como decía antes o los elementos biopunk. Sin embargo, creo que la más interesante es la búsqueda personal. La ambición de conseguir sobrevivir o alcanzar aquello que siempre se anhelo. La ficciones giran en torno a la idea de ser otro, de transformarse, de buscar ser aquello que siempre se pensó que sería. O que necesita. La metamorfosis corporal como cambio también psicológico. El cambio como una mutualidad, un lugar donde las relaciones entre seres vivo están entretejidas y su obligación, por mera supervivencia, es la de buscar lo mejor. Un proceso de coevolución, con mejores o peores resultados según el cuento, que brinda la posibilidad a sus protagonistas, habitualmente marginados sociales, de conformar nuevas formas comunitarias. De encontrar su lugar en la colectividad. Un lugar a veces reconfigurado gracias a esa nueva identidad, otras veces, gracias a liberarse de las trabas que han marcado toda una vida. Sin embargo, siempre hay un lado oscuro, como aparece en algún que otro cuento.
Drogas, implantes y horror corporal
Decía al principio de la entrada que había mucho de Cronenberg y Ballard en el libro. Cada uno de los relatos de Barragán explora la relación entre cuerpo y máquinas vivientes, tal como hace el propio Cronenberg, para el cual los agenciamientos del deseo conectan al sujeto a lo inorgánico. Sin embargo, Parásitos perfectos va un paso más allá, o en una dirección diferente. Sin duda tiene elementos de puro horror corporal (violencia, incomodidad), pero Barragán parece más interesado en los aspectos posthumanistas de las decisiones de sus personajes que en recrearse en la fisicidad de orugas gigantes, escarabajos automovilísticos o trasplantes de cara. No cabe duda de que Cronenberg y la nueva carne son una base sólida donde se asienta la ficción de Barragán. Por otra parte, su mirada parece más puesta en lo político y en lo científico, en como podría repercutir, una especie de what if...? donde la tecnología y lo biológico se fundieran como nuestras únicas posibilidades de futuro. Y sin género de duda, el resultado es fascinante.
Un trasplante de rostro posibilitado por el empalme humano-insecto. El romance de dos pilotos espaciales eunucos en las afueras de Júpiter. Bandas de piratas que trafican memoria artificial. Erotismo enardecido por colonias de larvas y lombrices.
Antes infectada que sencilla, como reza el subtítulo de la colección de historias, evoca una contrariedad con el significado que asociamos a la palabra infección. Donde asociamos algo negativo, Barragán se encarga de desligarlo y convertirlo en un elemento deseable, al menos por la mayoría de los protagonistas de sus historias. El cuerpo infectado, a menudo considerado débil, se transforma aquí en una identidad deseable. Su base, y la de todas las narraciones del conjunto, es la simbiogénesis, esa idea de la evolución a partir de la unión de distintos organismos. Así, infectarse, simbiotizarse, se convierte en algo deseable. El catálogo biopunk de Parásitos Perfectos, con elementos de biología y de ciencia ficción simbiotizados pero sin nunca traspasar la frontera de lo hard, pueden verse más allá de las palabras. Cada relato, cada historia, se completa con una ilustración final realizada por el propio Barragán. Con líneas pulidas, casi de dibujo técnico, nos podemos sumergir en los detalles de sus ingenios biológicos y procesar, de alguna forma, cada una de sus especulaciones de futuro.
Bogotá (viva) como escenario
Aunque cada relato nos mueva hasta un tiempo casi siempre desconocido y no siempre sea el escenario, Bogotá se articula como el centro neurálgico de las historias. Ficción y realidad, una vez más, dándose la mano. Barragán nos lleva hasta su ciudad, un lugar gentrificado, dividido en zonas, con sus barrios y conflictos, con la violencia, el narcotráfico, la xenofobia y la discriminación como norma. A veces, una mera mención, otras, una presencia casi sugerida, y la mayoría, escenarios que parecen hacernos pensar en que cada una de estas narraciones, por extraño que parezca, se sitúan en el mismo universo ficcional. En ellos todo está, de alguna manera, vivo. Los vehículos, el transporte, las naves, los electrodomésticos. Piensa en lo que quieras, casi todo sostiene relaciones simbióticas con los humanos. El intercambio es una nueva oportunidad en la vida. Nosotros ofrecemos alimento, las criaturas ofrecen la posibilidad de cambio. Insectos, hongos, parásitos. Todos son puentes, que se ingieren, que se experimentan, incluso llegando a metamorfosearnos.
Ilustración interior
En busca de la plenitud personal
Son varios los elementos los que ligan todas las historias en su conjunto, tanto el escenario como decía antes o los elementos biopunk. Sin embargo, creo que la más interesante es la búsqueda personal. La ambición de conseguir sobrevivir o alcanzar aquello que siempre se anhelo. La ficciones giran en torno a la idea de ser otro, de transformarse, de buscar ser aquello que siempre se pensó que sería. O que necesita. La metamorfosis corporal como cambio también psicológico. El cambio como una mutualidad, un lugar donde las relaciones entre seres vivo están entretejidas y su obligación, por mera supervivencia, es la de buscar lo mejor. Un proceso de coevolución, con mejores o peores resultados según el cuento, que brinda la posibilidad a sus protagonistas, habitualmente marginados sociales, de conformar nuevas formas comunitarias. De encontrar su lugar en la colectividad. Un lugar a veces reconfigurado gracias a esa nueva identidad, otras veces, gracias a liberarse de las trabas que han marcado toda una vida. Sin embargo, siempre hay un lado oscuro, como aparece en algún que otro cuento.
Drogas, implantes y horror corporal
Decía al principio de la entrada que había mucho de Cronenberg y Ballard en el libro. Cada uno de los relatos de Barragán explora la relación entre cuerpo y máquinas vivientes, tal como hace el propio Cronenberg, para el cual los agenciamientos del deseo conectan al sujeto a lo inorgánico. Sin embargo, Parásitos perfectos va un paso más allá, o en una dirección diferente. Sin duda tiene elementos de puro horror corporal (violencia, incomodidad), pero Barragán parece más interesado en los aspectos posthumanistas de las decisiones de sus personajes que en recrearse en la fisicidad de orugas gigantes, escarabajos automovilísticos o trasplantes de cara. No cabe duda de que Cronenberg y la nueva carne son una base sólida donde se asienta la ficción de Barragán. Por otra parte, su mirada parece más puesta en lo político y en lo científico, en como podría repercutir, una especie de what if...? donde la tecnología y lo biológico se fundieran como nuestras únicas posibilidades de futuro. Y sin género de duda, el resultado es fascinante.
Otras reseñas de interés:
Uy, qué buena pinta, a este tengo que echarle un ojo :-)
ResponderEliminarUn beso, Mangrii.
Espero que lo disfrutes si le das la oportunidad :)
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