Los que somos lectores empedernidos, como el que se esconde detrás de esta pantalla y teclado, nos cuesta un montón releer libros. Probablemente, más que por falta de apetencia lectora es por el hambre. El hambre por descubrir y vivir otras historias, conocer nuevos personajes y de habitar nuevos mundos antes de volver a pisar los conocidos. También, por que la pila de pendientes nos mira recelosa desde la esquina. Sin embargo, lo voy a decir bien alto: que bien sienta releer novelas que te han gustado. Especialmente, si es de tu escritor favorito y consigues rascar muchos más detalles que aquella primera vez. Incluso, si es de su primera novela. Abrochaos los cinturones, viajemos a 1999 y conozcamos un poco más a fondo el debut literario de David Mitchell.
Historias dentro de historia
La narrativa de Escritos
fantasma comienza y termina en Okinawa, en la mente de un miembro de un
culto milenario que comete asesinatos en masa con un gas venenoso en el metro
de Tokio. Una llamada de teléfono errada lo vincula con el empleado de una
tienda de música en Tokio, enamorado de una estudiante. La pareja es observada
en Hong Kong, donde un abogado financiero británico se ve involucrado en el
blanqueo de dinero de la mafia rusa. Una casa del té en la montaña sagrada conecta
con un espíritu incorpóreo en busca de sus orígenes por Mongolia, empastando
con el robo de un Delacroix en San Petersburgo y el trabajo como escritor
fantasma de biografías de un baterista de jazz desarraigado, que salva a una
científica en pleno escape de los servicios secretos y huye a la costa de
Irlanda, mientras en el final del mundo, un solo programa nocturno de radio
permanece en antena.
Una novela en nueve partes
Tal y como indica su título
original Ghostwritten: A Novel in Nine Parts, Escritos fantasmas
es una novela en nueve partes. O también, son nueve novelas que hacen una. Está
escrito de forma episódica: cada capítulo detalla una historia diferente
y tiene un personaje central nuevo, aunque todos están interconectados a través de
eventos aparentemente coincidentes. Mitchell sintetiza una colección de cuentos
que se mueven a través del mundo, en un intrincado rompecabezas que mantiene una
alerta permanente en el lector. Siempre estamos buscando intensamente el próximo punto donde personajes, lugares y cronología confluyan. La interconexión es fundamental en el texto,
teniendo intersecciones activas y dinámicas, individuales, pero aun así colectivas,
semejando el papel que tenemos todos como individuos dentro de nuestra sociedad.
Hiperlectura de voces
En cada historia, Mitchell presenta de cero un narrador en primera persona. Un rostro que adherimos a cada lugar, emergiendo de cada una de las narrativas algo diferente. Ninguno parece seguir un arco tradicional, con principio, desarrollo y fin, si no que establece un escenario y un momento a través del que ir montando el puzle. Todo resulta una pista potencial y nada carece de importancia, obligando al lector a ponerse en una especie de estado hiperlector donde desgranar cada detalle. Mitchell es un narrador sutil, sensible e imaginativo, cuyas historias funcionan por que sus preocupaciones son globales, pero por que utiliza mecanismos de metaficción que están engranados y parecen romper las reglas establecidas en el mundo de la literatura.
Preocupaciones del mundo
Muchos de los temas y estructuras
de Escritos fantasmas continúan en las novelas posteriores de Mitchell, como
number9dream, El atlas de las nubes y Relojes de huesos. Por supuesto,
algún que otro guiño importante (a las leyes de Asimov, por ejemplo) o
personaje encontramos en futuras novelas del autor, en esa especie de juego que
el Mitchellverse o übernovel supone para todos sus lectores habituales. El lema All
is conected ya lo llevaba por bandera desde esta primera novela. Sin embargo,
Escritos fantasma se centra más en los puntos de inflexión en la vida de
las personas. Momentos que las llevan a nuevos comienzos. Es una exploración de
nuestra búsqueda de comprensión y significado de la vida, desarrollando
preguntas sobre el papel del azar o de como si fuera su Matrix
particular, las personas se confabulan en su propio engaño vital. Somos solo
personajes de la historia de otra persona. Estamos escritos por fantasmas,
somos solo las teclas de su máquina de escribir.
No me sonaba de nada. Gracias por la info.
ResponderEliminarUn beso.
Hola!!
ResponderEliminarGracias por la recomendación. No lo conocía.
Que tengas buena semana ;)
Hola, Mangrii:
ResponderEliminarA mí antes me costaba mucho releer, pero ya no: me gusta volver a sumergirme en mundos ya conocidos y en los que me lo pase pipa jajajaja
Este libro me gustaría mucho leerlo, espero tener ocasión :-)
Un beso.