¿Puede un thriller ser a la vez
una novela de vampiros, de humor y encima estar repleta de crítica social? Bueno,
no lo pienses más, no gastemos neuronas sin motivo, ya te digo yo que sí. O al menos, existe una ocasión en la
que alguien lo ha conseguido. Y ese alguien, es Sergi Escolano con Rojo y en botella. Imagina que el mundo donde vivimos convive en paz -que no armonía- vampiros,
licántropos, zombis y humanos gracias a la tecnología y más bien, a los Acuerdos
de Albacete. Y también, que ambos no se pueden ni ver. Unos viven en Nueva
Transilvania, una ciudad rica, culta y perfecta donde el crimen apenas existe.
Otros, los humanos, en Vetusta, un antro de perversión y podredumbre. Sin
embargo, un asesino en serie parece andar suelto por Nueva Transilvania y no
saben detenerlo.
Rojo y en botella nos cuenta
como Julián Van Helsing (si, de los Van Helsing de toda la vida), un policía
hazmerreir de Vetusta viaja hasta Nueva Transilvania para ayudar a Vicente Rebolledo,
un agente de la policía vampiro, a dar caza al supuesto asesino de vampiros. A
su vez, su esposa Raquel irá a Nueva Transilvania para ocupar un nuevo empleo
en la mejor empresa de tecnología de mundo, mientras viviremos unas elecciones en Nueva
Transilvania y veremos cómo sus hijos llegan a un nuevo instituto repleto de
vampiros que siempre son adolescentes. Bienvenidos al terriblemente humorístico
escenario de investigación de Sergi Escolano.
La mala leche de Sergi Escolano
Habiendo leído alguna cosa del autor, como el relato Adivina quién viene a cenar esta noche (Haberlas
Haylas, 2019), más o menos me esperaba el tipo de humor que iba a emplear durante toda
la novela. Escolano se decanta por la parodia directa, con un texto plagado de
referencias y guiños a la cultura popular -y castiza- que nos hace sacar carcajada tras carcajada por lo
reconocibles que son en el ámbito literario, cinematográfico y musical. Así
puedes encontrarte de repente en una versión alternativa de Crepúsculo
tan rápido como ves referencias directas a La princesa prometida o 2001:
Una odisea en el espacio e incluso el Equipo A.
Sin caer en lo soez del todo, pero tampoco
siendo sutil que digamos, el sarcasmo y la deformación llevada hasta lo extremo se
equilibra muy bien en el texto, manteniendo siempre el pulso narrativo de la trama.
Podríamos decir que la investigación es solo un aspecto más de la novela, aunque sin
embargo, es una herramienta más que da para desarrollar toda una amalgama de
temas sociales de forma espontánea. Es mediante conversaciones, diálogos
achispados y juegos de palabras que Escolano demuestra su poderío en el género
humorístico y saber llevar la sátira política-social (inmigración, racismo, homofobia…)
fuera de lo políticamente correcto con cierta gracia.
Julián “Torrente” Van Helsing
Antes de cerrar la reseña, no quería dejar de comentar lo acertado que me parece el protagonista de Rojo y en botella. Un cernícalo casposo y políticamente incorrecto corroído por la venganza que debe hacer equipo con un policía vampiro chistoso al que le chocan las puras costumbres humanas. Es un dúo más que memorable, que hace de la lectura pura diversión en cada patética interacción que tienen. Porque habiendo consumido bastante literatura vampírica o licántropa, Escolano consigue dar más de un giro de tuerca a cada cliché o tropo conocido para que nada te resulte convencional. Para que cada pequeño detalle no se te pase por alto y digas: coño, que cabrón.
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