Premee Mohamed (trad. de Carla Bataller)
Duermevela
Tapa blanda / digital | 152 páginas | 16,95€ / 6,49€
Un sueño es lo que ha llevado a Premee Mohamed a escribir una novela corta de fantasía oscura con regusto de cuento de hadas que ha sido galardonada con el premio Aurora, así como nominado a los premios World Fantasy, Hugo, Nebula, Locus e Ignyte. Ese sueño, cuenta Premee, era una sala del trono repleta de calaveras donde alguien decía algo sobre como los niños eran inocentes de los pecados de su padre. Y así, buscando a dónde conducía esa idea, nació El carnicero del bosque, un cuento de hadas profundamente gótico y misterioso, repleto de mitos y monstruos, donde todo parece una pesadilla febril que se hace realidad. Una novela corta precisa y atmosférica, con una prosa que me recuerda a El río tiene raíces, de Amal El-Mohtar, donde todo es sombrío, extraño, poéticamente bello, repleto de profundidad y matices.
Una misión de rescate
Ambientada en ningún lugar ni momento particular, Veris Thorn es convocada apresuradamente para encontrarse con el Tirano en persona. Un Tirano que le pedirá un favor: traer de vuelta a sus hijos desaparecidos, un niño y una niña, de los temidos bosques del norte, bajo cualquier circunstancia, sanos y salvos. Tampoco hay opción a negarse, pues el Tirano le asegura que fracasar significaría la muerte y la destrucción de todo el valle. Veris, a sus casi cuarenta años, no pierde el tiempo en recomponerse y emprende el viaje, pues ya lo había hecho antes una vez, en circunstancias desgarradoras. Es la única persona conocida que consiguió entrar y salir de ese bosque con vida. Se había prometido a sí misma no volver a adentrarse en esos bosques oscuros, salvajes y místicos. Pero parece que el destino tenía otros planes y ahora solo tiene un día para conseguirlo.
Cubierta original del libro
El bosque indomable
Si hay un elemento físico central en El carnicero del bosque es el bosque, la Olmeda. Su impenetrabilidad, su extrañeza, su lugar como fuera de la civilización. Es una frontera entre el mundo humano y el mágico, apenas dividida por algo que no se ve. Es la morada de monstruos, de lo desconocido, donde otras leyes rigen el lugar, donde cierto tipo de magia es aceptado y común. Como el bosque de La Princesa Mononoke, como las criaturas de Legend, el bosque en el que se introduce Veris es un lugar donde sabes que tienes las de perder, que no tienes el control y donde la magia no es agradable ni está destinada a que la uses. Sin embargo, Veris es competente, ya lo consiguió una vez, ya se sumergió en su atmósfera inquietante y extraña, y guarda algunas habilidades bajo la manga. El transcurso del viaje de Veris será una doble aventura, de peligros y horrores, que revistará su primera incursión.
Lo siniestro en el cuento clásico
El concepto de lo siniestro (Das Unheimliche) es fundamental para entender la atmósfera y el impacto de muchos cuentos clásicos, especialmente los de hadas y terror. Los cuentos originales de los Hermanos Grim, de E. T. A. Hoffman o Angela Carter juegan con este componente para capturar la ominosidad de una atmósfera oscura y amenazante. En El carnicero del bosque es justo esta sensación onírica y surrealista, de un lugar lleno de peligros, lo que hacen del bosque un exponente de este componente siniestro. Lo hermoso y lo atractivo es engañoso, las criaturas parecen amable pero en el fondo no lo son, y lo bello o apetecible suele tener consecuencias mortales. Premee no se contiene; su relato se deleita en lo macabro; sus monstruos son sangrientos, esqueléticos, con cuernos y feroces; siempre hay tensión, siempre hay algo que temer, siempre hay una mentira que desentrañar.
Cubierta de la edición francesa
Dilemas morales: tiranía y poder
Más allá del bosque, de lo siniestro, hay en El carnicero del bosque profundas reflexiones sobre el coste de la guerra y sobre el dolor de la perdida. Por qué a lo largo de su misión, Veris se pregunta lo mismo que imagino Premee en su sueño: ¿son los niños realmente inocentes? ¿merecen ser salvados? ¿son una simple copia del Tirano y salvarlos causara innumerables muertes? ¿Podría salvar vidas sacrificando la suya y abandonando a los niños a su suerte? Todas esta preguntas pasan constantemente por la mente de Veris, quien tiene que recordarse a si misma que, independientemente de lo que les depare el futuro a esta edad, son inocentes, pueden tener riqueza y comodidades, pero siguen siendo niños pequeños asustados y perdidos que necesitan ayuda. Este dilema moral permea toda la superficie de la novela, como eje temático y mecanismo de acción, donde se habla de poderes que no pueden ser negociados. Bosque y realidad, entrelazados, paralelamente, como un reflejo oscuro de lo místico y material.
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