La nueva novela de Javier Miró al fin ha llegado a nuestro mercado editorial. Novela, por no decir artefacto. Ojalá tú nunca es un libro complicado del que hablar, de esos que el reseñador debe andar con pies de plomo para no arruinar su disfrute a cualquier otro lector. Lo es, sobre todo, por su estructura, que permite leerse en ambas direcciones sin alterar el resultado, aunque si cambiando la eficiencia y eficacia de sus revelaciones. Todo opera como un original mecanismo de relojería, que funciona como una versión novelística de Memento con elementos ucrónicos.
Si, por que Ojalá tú nunca es una ucronía. Estamos en Madrid, como reza su sinopsis, a finales de los años 70. Sin embargo, el escenario no es el que conocemos. El final de la Segunda Guerra Mundial ha sido diferente y el Tercer Reich enfrenta una Guerra Fría alternativa con la URSS. Sin embargo, quién nos importa es César. César no recuerda quién es. Tampoco, porque lo persiguen los cazadores. Solo sabe, gracias a su instinto, que debe correr e intentar cruzar el muro. Solo o con ayuda. Pero ahora se pregunta: ¿puedo fiarme de alguien que de repente me intenta ayudar?
La novela, además de ucronía como género, es
puro thriller. Thriller con elementos fantásticos, de esos que a veces nos
gusta decir, puede complacer tanto a los lectores de género como a los que
no. Cada capítulo, frenético y de corta extensión, es una huida hacia atrás que
invita a reelaborar lo leído con anterioridad. Términos que de primeras resultan
tan extraños como Jägers o Traumtruhe, al final de la novela
resultan uno más en tu vocabulario. La construcción de mundo elaborada por
Javier es silenciosa y oculta en cada capítulo, que como un buen veneno, es inoculada
en tu riego sanguíneo sin que termines de darte cuenta.
Sin embargo, el toque de gracia llega al
final. Tras recorrer todas esas localizaciones reales a ritmo trepidante junto
a César, aunque con nombres cambiados debido al imperante Tercer Reich, nos
espera la resolución de un laberinto de mentiras que se ha ido tejiendo con el
paso de las páginas. Un giro final radical, de esos que cambian el sentido de la obra. O al menos, lo que sabíamos. Un giro final de lo más humano, anclado en puras emociones. Es
un giro final de los que invitan a releer la novela con otros ojos (y volver al
primer capítulo) y no buscan el simple efectismo, como en una película de
Shyamalan.
Mmmm pues me gusta mucho lo que cuentas... me lo llevo apuntado =)
ResponderEliminarBesotes
Espero que lo disfrutes :)
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