Hierba, de Anya Martin

Portada de Hierba
Hierba
Anya Martin (Trad. de José Ángel de Dios)
Dilatando Mentes 
Rústica | 134 páginas | 13,95€ 
4,25 / 5



Terror. Ciencia ficción. Weird. Erótico. Esos son algunos de los adjetivos que rodean a Hierba (Grass, 2016), de Anya Martin, la última publicación de Dilatando Mentes. Etiquetas nada desencaminadas a mí parecer. En apenas 100 páginas, bien concentradas, fluye un complejo, pero a la vez sencillo relato multicapa sobre el abuso, la ansiedad, la pérdida, la empatía el estrés postraumático y el simple placer, navegando de forma experta por temas que no mucho puede comprender.

Así conocemos a Sheila, una cuarentona gerente de marketing, que vive de forma solitaria apoyada por su amiga Felecia y refugiada en un casi aislamiento hogareño y una rutina horticultora. Sin embargo, debe viajar cuatro horas en coche para identificar el cadáver de su exmarido, muerto en un accidente de avión en Georgia. Lo que no sabe, es que cuando regresa de su viaje, algo la ha seguido hasta su casa. Un polizón, algo extraño.

Una novela sensorial

Sheila y su hogar son, salvo en los compases iniciales, el único escenario que pisamos en la novela. Sin embargo, su profundidad y complejidad son tales, que ni siquiera creo haber captado todo en la primera lectura. Anya tiene una prosa sensorial, donde se siente el pegajoso y húmedo calor del verano sureño, así como la naturaleza palpitar y crecer dentro de esa casa. Muchas líneas están repletas de simbolismo y metáforas, haciendo un fuerte uso de los colores y visiones oscuras entremezcladas con la botánica. Y si hablamos del erotismo, me descubro el sombrero ante un par de jugosas, imprescindibles y tórridas escenas que terminan de dibujar a Sheila por completo. El cúmulo de sensaciones es indescriptible.

Portada original de Hierba
Portada de Jeanne D'Angelo en su limitada edición original

Cicatrices que no se cierran

¿Se puede superar alguna vez por completo una situación traumática? ¿Cómo se repone uno del maltrato? Lo reconozco, soy un inepto en estos temas. Anya se dedica a exponer y explicar lo complicado que puede ser simplemente abordar el tema. Aunque todo parece enterrado, cerrado herméticamente, por desgracia, a veces los sentimientos vuelven a aflorar a la superficie. Eso le ocurre a Sheila al ver el cadáver de su exmarido. El trauma sale debajo de la alfombra de rutinas y apatía vital donde permanecía escondida, luchando por hundirla de nuevo en el barro.

«Los malos recuerdos estaban profundamente arraigados, pero si no pensaba demasiado en ellos, casi podía fingir que pertenecían a otra persona.»

Anya se dedica a explorar la figura de la mujer maltratada, de los porqués y de cómo Sheila trata de sobrevivir, intentando vivir su vida a pesar de todas esas cicatrices sin sutura. Para ello, es esencial ese componente primordial de la historia, que funciona como mecanismo de apertura a poner la lápida más gruesa ante las cicatrices mentales y emocionales que su exmarido Dave le dejo. Sin embargo, la autora nunca se atreve a dar una simple respuesta, porque realmente, no creo que la haya. No es algo fácil. No hay una sola salida. Y así lo deja claro Sheila en los últimos compases de la novela, donde tras descubrir la naturaleza de lo que la ha seguido hasta casa, toma una valiente decisión.


Puntuación 8,5
Empecé a leer engatusado por la hipnótica y preciosa portada de Juan Alberto Hernández, y me dejé fluir durante horas como cierto limo protagonista durante todo el relato. Una hermosa historia de terror, ciencia ficción, weird y erotismo engalanada con un lírico y reflexivo postfacio a cargo de Amparo Montejano (directora de Circulo de Lovecraft), que palpita en tu cabeza horas después de leerla.

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Comentarios

  1. ¡Hola! No conocía el libro, pero sin duda me lo llevo apuntado. Estoy contigo con que tiene unos dibujos preciosos, y que captan la atención en seguida.
    Un abrazo :)

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    Respuestas
    1. Una lectura hipnótica, que te agarra y no te suelta hasta el final. Disfrutalo :)

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