Al final de la oscuridad, de Sequoia Nagamatsu

Al final de la oscuridad
Sequoia Nagamatsu (trad. de Ainize Salaberri)
Nocturna Ediciones
Rústica con solapas | 352 páginas | 19,95€



La comunidad, el dolor y la resiliencia son algunos de esos conceptos que más salieron en las noticias en 2020, cuando una pandemia acecho (y desoló) al mundo entero. Sin embargo, son temas que la narrativa postapocalíptica ya había tocado, no hace falta más que dar un vistazo a la humanista Estación Once de Emily St. John Mandel para comprobarlo, donde mostraba cómo lidiar con una plaga mundial y sus consecuencias vitales. En la misma línea, inspirada por la narrativa conectada de David Mitchell y los cuentos de Italo Calvino, Al final de la oscuridad, de Sequoia Nagamatsu, se posiciona como una heredera natural formulada a través de doce relatos que forman los rieles de una montaña rusa emocional, de un prisma polifacético y complejo que trata sobre el duelo, la transformación personal, la pérdida, y en última instancia, el cambio climático. Un entramado interconectado por varias generaciones durante los años y décadas posteriores a una pandemia mundial, retratando sus efectos como nadie había hecho hasta ahora.

Un libro sobre la muerte
Los relatos de Al final de la oscuridad parten del momento en que un arqueólogo desentierra el objeto de la investigación de su hija ya fallecida: un cuerpo de una niña. Sin embargo, con él, un virus mortal, conocido como la Plaga del Ártico, despierta con ella y se extiende por todo el mundo. Así comienza nuestro viaje, desde la plaga liberada por el Permafrost derretido (inspirado The Atlantic sobre científicos que desenterraron virus gigantes antiguos en el Permafrost) hasta el futuro más inimaginable. Un mosaico de historias conmovedoras, compartidas y conectadas por diferentes personas, lugares u objetos. Al final de la oscuridad es un libro de testimonios, de historias demoledoras (avísenme cuando lean La ciudad de la risa) superpuestas que dan fe de los efectos de una pandemia mundial mostrando una diversidad total de personajes y lugares. Cojan pañuelos, serán necesarios.

Boceto de cubierta de Will Staehle

Entrelazamiento lineal
Para Al final de la oscuridad, el “virus del Ártico” es la semilla de las historias posteriores que se extienden a lo largo de varios siglos. Las historias se entrelazan continuamente con personajes y lugares que reaparecen a lo largo de los siglos. Sequoia toma la decisión (acertada, a mi parecer) de hacer una progresión lineal de la plaga, orientando los capítulos hacia delante en el tiempo y mostrando como sus consecuencias evolucionarán también a lo largo de los años (y generaciones). Sin embargo, también es interesante cómo evoluciona el mundo, la tecnología, la economía y por supuesto, una crisis climática que siempre ha estado ahí. Todo ello construye una compleja matriz de fichas interconectadas, con líneas que nunca se tocan entre sí, nunca convergen por completo, pero que están construidas a través de puentes entre ellas, se dan luz unas a otras y van más allá de simples instantáneas en el tiempo.

Por eso, el orden establecido me parece el mejor para el libro, por qué va tejiendo pistas hacia dónde quiere hacernos llegar, adelante en el tiempo, que de otra forma no hubiera funcionado. En la superficie, es una historia generacional de una plaga que cambia el mundo, pero en el fondo, en realidad, es un estudio del duelo, visto desde (casi) todas las aristas posibles. Cada una de las historias está encadenada más allá de esos lugares y personajes, si no que unos detalles —que van a más según avanza la novela— y sensaciones generan un marco completo para la novela, obligando al lector a reconsiderar toda la novela cuando se lee el capítulo final. Un capítulo, si me preguntan, que me sobra en la novela por no concordar con la línea de sus relatos, pero esa es otra historia repleta de spoilers.

Boceto de cubierta de Will Staehle

El duelo visto por Sequoia Nagamatsu
Más de uno, durante el año 2020, se preguntó cómo se vive el duelo cuando no se puede decir adiós. Al final de la oscuridad le da vueltas a la pregunta, hablando sobre la conexión humana que nos caracteriza, y sobre todo, de nuestra capacidad para honrar a los seres queridos y superar el dolor. Por qué el duelo y la pérdida son partes inevitables para cualquier ser humano, pero como la acogemos, la llevamos, la transformamos, es algo particular y diferente para cada uno. Cada una de las historias de Al final de la oscuridad reflexiona sobre el trauma, aludiendo a que (obviamente) no existe una forma correcta de soportar tal dolor. Por qué muy pocas veces nos lamentamos de una manera que parezca adecuada pero hacemos lo que podemos en ese momento. Así, cada historia, sin ser reduccionista ni aleccionadora, explora ese proceso, en busca de esperanza, de nuevas conexiones y de una reinvención de uno mismo que se forja como un panel repleto de posibilidades.

Un rayo de esperanza entre la tristeza

Quizá el elemento más destacable, más allá del atentado emocional que supone el libro, es su capacidad para proyectar luz desde las sombras. Mostrar que tenemos (y podemos) adaptarnos, mitigar las consecuencias, detener más daños. Al final, como cualquier ficción enfocada hacia lo climático, nos advierte, nos habla de comunidad, esperanza, resiliencia y lazos que pueden forjar un futuro (mejor) para todos. Ojo, nadie quita hierro al asunto de que Al final de la oscuridad sea una lectura dura (como puede ser leer Nunca me abandones o ver Okja), que emocionará y hará llorar a los lectores en más de una ocasión. Sin embargo, Al final de la oscuridad también es una historia conectada con el mundo, de esperanza arrojada hacia el futuro, acumulándose en el tiempo y dejando al lector una respuesta más sutil e infaliblemente humana que evita los tropos sensacionalistas y familiares. Un rayo de esperanza entre la tristeza del mundo.

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