Nos devoró la niebla, de Marina Tena Tena

Nos devoró la niebla
Marina Tena Tena
Insólita Editorial
Rústica/Digital | 256 páginas | 19€ / 5,25€



Que Marina Tena Tena se está convirtiendo en uno de los nombres nacionales con mayor relevancia en la literatura de género es más que un hecho. Cosas como haber ganado el I Premio Lestat con su reciente novela Una casa sobre tus huesos (Dimensiones Ocultas, 2023), la publicación de De lobos y dioses (Fandom Books, 2023) o las novelas en Literup como Legado de plumas (2018) y No escuches a la luna (2020) son prueba de ello. Sin embargo, si hay una novela que la ha situado en la diana de las escritoras de terror nacionales a tener en cuenta es Nos devoró la niebla. Y tras leerla, no creo que sea para menos. Nos devoró la niebla es un retelling de El flautista de Hamelín teñido de terror atmosférico y ambientado en un pueblo de montaña de nuestra geografía. Íntimo, oscuro, tétrico y repleto de un folclore propio.

Viviendo en Fresneda
Claudia ha vivido toda la vida en Fresneda del Valle, un pueblo donde a veces la gente desaparece. Como hace muchos años, cuando fue la única superviviente del grupo de veinticinco niños que salieron de excursión y se desvanecieron. Entre ellos, Claudia también perdió a su hermana gemela. Pero, si realmente desapareció, ¿por qué la sigue sintiendo? Bienvenide al gris, opresivo y monótono día a día en Fresneda, donde el mal humor es la norma y la incomodidad palpita en cada esquina. Sin embargo, puede que todo este a punto de cambiar, ahora que una familia nueva con una chica de la edad de Claudia acaba de llegar.

Nos devoró la niebla no es una historia fácil de asimilar. Es dura. Muy dura, sobre todo si has vivido en un pueblo pequeño. Es una mezcla de terror sobrenatural y folclore entrelazado con extrema habilidad con la cotidianidad de un pueblo de montaña y su dosis de carga social. Vivir en la Fresneda parece una tortura, explicada siempre a través de lo sobrenatural, donde Claudia se ve obligada a convivir con el trauma y la culpa cada día. El miedo, la incomodidad y lo extraño se palpan en la Fresneda. No hay sustos. No hay criaturas demoníacas ni extrañas invocaciones. Aquí el miedo reside en el ambiente desde la primera página, en la niebla que está devorando todo lo que toca a su paso.

Foto de la Ruta del Bosque de la Niebla

El viaje de Claudia
¿Te imaginas ser la única superviviente de tu clase? ¿Y que encima todos te miren raro y te echen la culpa? Esa es la existencia a la que Claudia parece condenada en Fresneda cuando la conocemos. Sin embargo, la llegada de esta nueva familia, será el pistoletazo de salida para su viaje interior. El opresivo día a día se va rompiendo poco a poco mientras trata de conocerse a sí misma y responde preguntas a las que no había tenido el valor de hacer frente. La maldición que atormenta a los vecinos y vecinas de Fresneda, cuya mayor víctima es Claudia, parece esconder más detrás de lo que parece. En el ambiente insano del pueblo, donde las desapariciones de los niños no son un caso aislado, pero se aceptan con secretismo y resignación, son el punto de partida para resolver este misterio. El trauma de Claudia y el misterio se entremezclan en la niebla para que solo nosotros desentrañemos la solución.

Poesía en el miedo
El arma afilada de Marina Tena Tena en Nos devoró la niebla es su prosa y estilo. Es sencilla, pero cuidada al detalle. Es poético, que nunca lírico, siempre siendo capaz de evocar esa sensación de inquietud, peligro y malas vibraciones de la que hablamos. La atmósfera se vuelve opresiva desde la primera página, desde las primeras frases, desde ese Mi hermana desapareció la mañana en la que yo decidí odiarla. Ir desentrañando los muchos secretos de este pueblo es solo un aliciente más en el que las leyendas, los fantasmas del pasado y el miedo se dan la mano. Los silencios dicen más que las palabras, los gestos de los vecinos son demoledores y los malos presentimientos producen escalofríos en el lector. El clima cerrado y nebuloso se simbiotiza con el lector gracias a su prosa, ahogándose en el pozo escalofriante de niebla que rodea toda Fresneda del Valle.


No es solo una historia de misterio
El ambiente enrarecido y el misterio puebla Nos devoró la niebla desde los primeros capítulos. Los diálogos entre Claudia y otros personajes nos muestran y hacen sentir ese sentimiento colectivo de culpa por las desapariciones. Por eso, el misterio y el terror no son las únicas capas ni ingredientes de lectura. Todo Nos devoró la niebla se entrelaza y complementa con una historia mucho más íntima y profunda. La pérdida, el duelo, la culpa, la resignación y la aceptación conviven en el viaje de la propia Claudia. Un viaje tanto físico como emocional, enternecedor y enriquecedor para el lector. Además de una historia de misterio, Nos devoró la niebla también se erige como una historia sobre la incomprensión, la soledad y el duelo que habla de forma reflexiva sobre el trauma y sus secuelas, siempre a través de leyendas populares y un pueblo que parece perdido del mundo.

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Comentarios

  1. Hace tiempo que quiero leerlo y lo cierto es que no paro de ver reseñas positivas. Una autora que conviene tener en el punto de mira.
    Abrazos.

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    Respuestas
    1. Muy pero que muy recomendable, aunque destruya corazones :)

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