David Rubín
Astiberri
Tengo claro que la respuesta de El fuego es una de las correctas. Alexander Yorba, un afamado arquitecto de mediana edad, es el encargado de levantar con urgencia una colonia lunar que aseguraría la supervivencia humana. Pero, ¿la supervivencia de quien? Claro, te lo puedes imaginar, de quién lo pueda pagar. Sin embargo, cuando Alexander está inmerso en esta construcción se le diagnostica un tumor cerebral en fase terminal, restándole solo de vida los mismos meses que faltan para que el asteroide colisione en la Tierra. ¿Seguirías trabajando en esa construcción o renunciarías a todo e intentarías pasar el resto de tus días con los tuyos?
La decisión de Alexander es la segunda, lo cual no sale nada bien, al menos para él. Su renuncia a finalizar la colonia daña absolutamente todo su crédito profesional y familiar, condenándole a vagar en una reveladora odisea por el mundo. Mientras avanza en una carrera contra el fin de los tiempos también lo hace contra su propia y atormentada conciencia. El fuego es una historia oscura y pesimista, que nos muestra el apocalipsis de la humanidad donde una ola final lo está devorando todo.
Detrás de todo ese apocalipsis y derrumbe humano El fuego presenta una composición cinematográfica de lo más espectacular. La narrativa y los recursos de David Rubín son originales y funcionan en todo momento. Y es que, aunque las primeras páginas de hecatombe personal parezca que nos van a llevar a algo ya muy visto, El fuego parte de este momento reconocible para deconstruir y destruir a su protagonista en una muestra de fragmentos que presentan distintos retazos de Alexander Yorba. Cada éxito y fracaso, enlazado con los conflictos externos e internos de su protagonista, forman un cúmulo de contradicciones y arrepentimientos que salen a la luz en medio de una apocalipsis. Y es que El Fuego, aunque es una lectura amena y sencilla en un primer vistazo, guarda bajo la manga un nivel complejo de ideas y reflexiones que te dejan arrinconado en cada viñeta y presentan un acercamiento existencialista, de primer nivel, al fin del mundo.
El Fuego es un tebeo muy personal, y se nota. David Rubín se dedica a hablar de nosotros como sociedad y en como solo reaccionamos cuando vemos las orejas al lobo. Es decir, cuando es demasiado tarde. Al igual que Alexander Yorba solo reconoce sus propios errores también, demasiado tarde, El Fuego también habla sobre cosas que ocurren en el mundo y nos afectan a todos, como el cambio climático. Seguimos hablando y hablando sobre lo que debería hacerse, pero al final, no hacemos nada. El fuego nos habla de cómo luego es demasiado tarde. Más adelante solo podremos, al igual que Alexander, emprender una odisea y tratar de aceptar los errores que hemos cometido. Solo nos queda aprender a vivir con nuestras decisiones, tanto personales como colectivas.
Viñetas que son lienzos
Si has visto anteriores trabajos de David Rubín como El héroe o Ether, sabes que su dibujo y uso del color suele ser espectacular. Sin embargo, aquí en El Fuego, creo que la palabra espectacular se queda corta. Aparte de presentar una cantidad de inteligentes soluciones narrativas que proporcionan una experiencia única de lectura, el trabajo gráfico de Rubín en este cómic es puro arte. Cada página e ilustración completa son especiales, están trabajadas hasta la extenuación y te dejan sin aliento. Las composiciones empleadas captan completamente la atención y uno no deja de detenerse en cada detalle. No falta el impactante color, repleto de tonos rojizos y amarillentos del fuego, pero apagados como el fin del mundo que estamos leyendo. El fuego son viñetas sobre lienzo, que fluyen sin descanso pero que guardan un simbolismo y una fuerza única. Tan única como es contemplar las llamas del fuego mientras devoran todo a su paso.
Si has visto anteriores trabajos de David Rubín como El héroe o Ether, sabes que su dibujo y uso del color suele ser espectacular. Sin embargo, aquí en El Fuego, creo que la palabra espectacular se queda corta. Aparte de presentar una cantidad de inteligentes soluciones narrativas que proporcionan una experiencia única de lectura, el trabajo gráfico de Rubín en este cómic es puro arte. Cada página e ilustración completa son especiales, están trabajadas hasta la extenuación y te dejan sin aliento. Las composiciones empleadas captan completamente la atención y uno no deja de detenerse en cada detalle. No falta el impactante color, repleto de tonos rojizos y amarillentos del fuego, pero apagados como el fin del mundo que estamos leyendo. El fuego son viñetas sobre lienzo, que fluyen sin descanso pero que guardan un simbolismo y una fuerza única. Tan única como es contemplar las llamas del fuego mientras devoran todo a su paso.
Otras reseñas de interés:
Hola de nuevo, Mangrii :-)
ResponderEliminarMe gusta la historia, pero es que las ilustraciones... ¡Guau! Son increíbles. Me lo apunto :-)
Un beso y gracias por el descubrimiento.