Celia Corral-Vázquez
Droids & Druids
Intentar definir qué es la fantaciencia es una tarea tan difícil como la de intentar definir la ciencia ficción o los límites de la fantasía. Etiquetas, etiquetas y más etiquetas. ¿Dónde termina la fantasía? ¿Dónde comienza la ciencia? Probablemente, preguntas en las que cada uno te dará una respuesta. Lo más cercano a lo que nos podemos acoger para catalogar algo dentro de la etiqueta fantaciencia puede ser el uso intencional de elementos de ciencia ficción mezclados con elementos de fantasía clásica. Esa mezcla entre los dos géneros, la combinación de dichas etiquetas, se convierte en una característica fundamental donde los elementos clásicos de la fantasía (orcos, elfos, brujas...etc.) se intercalan con ciencia y tecnología avanzada e indistinguible de la magia.
En una loable labor por acercar la etiqueta a los lectores, desde el podcast y la revista Droids & Druids llevan bastante tiempo dedicando un espacio repleto de programas e iniciativas. Y gracias a una de ellas, hoy podemos leer Puedes llamarme Espátula. Ganadora de la primera convocatoria del I Premio Droide, Puedes llamarme Espátula es una historia de fantaciencia ligera, divertida, mamarracha y tierna a partes iguales escrita por Celia Vázquez-Corral. Cercana al humor de Diarios de las estrellas, es decir, las aventuras espaciales de Ijon Tichy escritas por Stanislaw Lem, o a la absurdez de Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza, esta pequeña novelette publicada por Droids & Druids puede ser el ejemplo perfecto de fusión de etiquetas y diversión a raudales que propone la definición actual del término.
Ilustración interior de Vanessa Cornago
Eme tiene un día complicado
¿Te imaginas un sistema tecnológico con el que puedes intercambiar tu mente con otra persona durante un rato? Bueno, pues a eso se dedica la empresa Corp Orimens. Centenares de teleintercambios de mentes diarios sin ningún tipo de percance. O eso dicen. Como en todo sistema tecnológico, a veces ocurren errores. Y para eso, por supuesto, tenemos al equipo de atención al cliente. Y sí, como te puedes imaginar, el punto de arranque en Puedes llamarme Espátula viene por que un cliente ha tenido un problema con su mente y con su cuerpo, dado que este último se niega a recibir de nuevo a su mente. Eme, nuestra empleada protagonista, se huele que algo pinta mal cuando su jefa le encarga un marrón sin dejarle rechistar. Lo que no sabe son las peripecias que le esperan en este juego al pilla-pilla entre un cuerpo que dice llamarse Espátula y un pendrive cansino llamado Atilio.
Absurdez y magia, diversión y tecnología
El humor siempre es un tema muy delicado, quién lo podría negar, y si hablamos de abrazar lo mamarracho (hola, amigues eurofans), ya no digamos. ¿Pendrives que hablan y son adictos al crossfit? ¿Brujas cabronas que huelen a orujo? Puedes llamarme Espátula es un cúmulo de absurdidades, magia y tecnología mezcladas en una coctelera y sacadas a relucir exprimiendo al máximo su posible diversión lectora. Una novelette fácil y rápida de leer, con márgenes e interlineado un poco grandes para mi gusto, aunque sin excesiva molestia más allá de lo estético. Una historia de fantaciencia divertida, ágil, repleta de humor y con una escena de acción en concreto digna de admiración. Aquí no hay eternas descripciones, ni complicadas explicaciones. Celia abraza lo mamarracho de su propuesta y lo estira hasta los límites permitidos que puede dar su propuesta. Es decir, ninguno. No hay limites. Muy cercana a lo que Douglas Adams hace en su Guía del autoestopista galáctico, aunque a veces como a este, el humor se coma a la historia. Tampoco importa tanto, si te digo la verdad.
Folleto empresarial de Corp Orimens
El subtexto
Sin obviar su lado absurdo, Puedes llamarme Espátula plantea, aunque al principio no lo pueda parecer, un par de temas que no debemos pasar por alto. Hay cierta reflexión sobre la dualidad mente/cuerpo en la que es interesante escarbar, poniendo en el candelero un cuerpo que toma sus propias decisiones en torno a sus necesidades inmediatas, sin tener a una mente que lo frene y haga valoraciones sobre ello. Un mensaje sutil, que puede pasar más desapercibido por alguna situación graciosa a la que da lugar, pero que tiene cierta intríngulis para el lector más perspicaz. La pelea mente/cuerpo se muestra de forma divertida y es en torno a lo que gira la historia, pero debajo esconde algo más. Por supuesto, Eme es una trabajadora más como cada uno de nosotros, de una empresa grande que se parece a las nuestras. Por tanto, en Puedes llamarme Espátula, entre hechizos y teleintercambios, existe un subtexto que nos habla de escuchar a nuestro cuerpo mientras critica el sistema capitalista.
Viene con extras
A parte de pasar un rato entretenido y divertido, quizá lo que más agradezco a veces de algunos libros son los extras que nos trae. Y este, a falta de uno, viene con dos. Y es que tras un introductorio prólogo de Droids & Druids que nos matiza el concepto de fantaciencia y la lectura de la novela corta, acompañan al final dos artículos sobre la misma etiqueta: El intercambio de mentes: un percal de ciencia y de ficción escrito por su autora y Agapornis Marwin la bruja de ayer y de mañana, por Aitor Arráez Pérez, repleto de referencias y bibliografía de lo más interesante. Ambos complementan la lectura y dan un paso más allá en lo didáctico, tanto para dar al lector nuevos matices sobre la etiqueta como para poder sacar un plus de su lectura. Si quieres pasar un buen rato o adentrarte un poco en la fantaciencia, coge tu espátula y el molinillo de viento, que nos vamos de aventura.
Sin obviar su lado absurdo, Puedes llamarme Espátula plantea, aunque al principio no lo pueda parecer, un par de temas que no debemos pasar por alto. Hay cierta reflexión sobre la dualidad mente/cuerpo en la que es interesante escarbar, poniendo en el candelero un cuerpo que toma sus propias decisiones en torno a sus necesidades inmediatas, sin tener a una mente que lo frene y haga valoraciones sobre ello. Un mensaje sutil, que puede pasar más desapercibido por alguna situación graciosa a la que da lugar, pero que tiene cierta intríngulis para el lector más perspicaz. La pelea mente/cuerpo se muestra de forma divertida y es en torno a lo que gira la historia, pero debajo esconde algo más. Por supuesto, Eme es una trabajadora más como cada uno de nosotros, de una empresa grande que se parece a las nuestras. Por tanto, en Puedes llamarme Espátula, entre hechizos y teleintercambios, existe un subtexto que nos habla de escuchar a nuestro cuerpo mientras critica el sistema capitalista.
Viene con extras
A parte de pasar un rato entretenido y divertido, quizá lo que más agradezco a veces de algunos libros son los extras que nos trae. Y este, a falta de uno, viene con dos. Y es que tras un introductorio prólogo de Droids & Druids que nos matiza el concepto de fantaciencia y la lectura de la novela corta, acompañan al final dos artículos sobre la misma etiqueta: El intercambio de mentes: un percal de ciencia y de ficción escrito por su autora y Agapornis Marwin la bruja de ayer y de mañana, por Aitor Arráez Pérez, repleto de referencias y bibliografía de lo más interesante. Ambos complementan la lectura y dan un paso más allá en lo didáctico, tanto para dar al lector nuevos matices sobre la etiqueta como para poder sacar un plus de su lectura. Si quieres pasar un buen rato o adentrarte un poco en la fantaciencia, coge tu espátula y el molinillo de viento, que nos vamos de aventura.
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