Laura Ciprés
Minotauro
Decía Ernesto Sábato que La literatura no es un pasatiempo ni una evasión, sino una forma, quizá la más completa y profunda, de examinar la condición humana. Quizá El torneo de las especies no sea tan profundo en la tarea propuesta por Sábato, pero Lidia Ciprés, autora de Auras negras (2018, Tandaia) y Enártika, El reino de las sombras (2019, Editorial Soldesol), nos plantea un universo en el que todos nosotros no somos más que el divertimento de unos seres superiores. Ocho miembros de la raza considera superior, los uknianos, tienen un curioso torneo donde cada miembro crea una especie y un planeta que son valorados y puntuados según su desarrollo. Cuando llegue el momento en el que el Supremo, gobernante de todos los uknianos, deba dejar su puesto, el último planeta y creador en la clasificación será destruido a manos del vencedor.
El momento esta a punto de llegar y Ción, creador de los humanos y de la Tierra, va el último en la competición. Sin embargo, aunque tiene claro que sus humanos son crueles y despiadados, destructores de su propio mundo, sospecha que se están haciendo trampas en la clasificación. También, que quiere salvar a su especie y planeta cueste lo que cueste. Incluso robando una poderosa llave al Ente de la Nada y el Todo y saltándose todas las reglas establecidas de la competición. Le entregará la llave a su Marcado en la Tierra, encomendado una tarea aparentemente imposible. Eyzar, el receptor de la llave, poco sospecha de todos los secretos que guarda el universo y de la lucha entre el ego de algunos y el bien común que debe emprender.
Creation of the world (1864), Ivan Aivazovsky
Coralidad y violencia
Los capítulos de El torneo de las especies vuelan. Quizá ya no solo por su breve extensión y por la diversa cantidad de puntos de vista planteados, si no que la historia, pese a su linealidad, va cobrando giros y matices constantemente. Cada uno de los capítulos, narrados en primera persona, resultan una lectura ligera y casi hasta adictiva, con un halo de pesimismo y oscuridad que aderezan el fondo de critica social pretendido. Por contra, esta velocidad y ligereza, a veces tan agradecida, hace que algunos de los escenarios no sean más que dos brochazos que a los amantes de la construcción de mundos probablemente no entusiasmará. Sin embargo, cabe destacar la capacidad de Lidia para retratar la violencia y no quedarse a medias tintas. Ya no solo la forma de reflejar la crueldad humana, si no que las escenas sádicas y macabras resaltan sobre el resto y no se borran de nuestra memoria.
La crueldad humana
El torneo de las especies plantea un universo repleto de planetas y razas extraterrestres, pero se centra especialmente en la Tierra y los humanos. Lidia Ciprés sitúa a la humanidad en un momento distópico (que no imposible), donde tras una gran guerra, la humanidad queda dominada por el Imperio y sometida a los designios de un gran emperador. Una dictadura cruel y autoritaria, donde existe un control de la población, y se elimina a los enfermos, ancianos y débiles por el supuesto bien común. Son estos momentos en la Tierra los que nos hacen pensar en la crueldad humana y darle vueltas al concepto de maldad, las injusticias sociales y el poco respeto que tenemos por el planeta en el que habitamos. Una reflexión que se va haciendo más compleja y gana matices según se va acercando el tramo final de la novela.
Ilustración de Patrick Saville
El eterno retorno
Rozando casi el spoiler para acabar, no leáis si no queréis esta parte, Lidia parece reflexionar sobre el circulo vicioso de la vida misma. Igual que hicieron algunos mitos griegos como Prometeo y Sísifo, o el mismo Nietzsche con su teoría circular del eterno retorno, El torneo de las especies nos habla de la historia de las especies (y de la humanidad) como un ciclo de caos y destrucción que se repite una y otra vez sin aparentemente aprender la lección. ¿Está la maldad solo en vuestros experimentos, o arraigada al hecho de existir? Esta pregunta, que se plantea una de las protagonistas durante cierta parte de la historia, es la frase que nos tenemos que llevar a casa para pensar, debatir y comentar.
Otras reseñas de interés:
Me ha llamado mucho, pero lo de sádico... Me lo pensaré.
ResponderEliminarUn beso y gracias por la reseña, Mangrii.
Digamos que amable no es xD Gracias por pasarte :)
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