Un niño demacrado y desnudo yace encadenado en el patio de un vecino. En medio de una noche, unos hombres invisibles golpean las persianas de un hotel rural. Un niño mendigo se pasea por el metro estrechando ostentosamente la mano de los pasajeros. Una fiscal del distrito persigue a un testigo y termina en un terrible barrio bajo. Mujeres que empiezan a prenderse fuego a si mismas como respuesta a la violencia masculina. Una calavera seduce y obsesiona a una mujer. Todo esto, y mucho más, explora Mariana Enríquez en su segunda colección de relatos: Las cosas que perdimos en el fuego.
En estos doce cuentos la flamante
escritora argentina explora diferentes manifestaciones del horror que infesta
nuestro día a día. Mariana Enríquez tiene interés en esa extrañeza que rodea la realidad cotidiana, una
superficie de suspense y desasosiego permanente si sabes mirar, donde la duda sobre donde
empieza lo sobrenatural y termina lo real es una constante. No será casi hasta la
conclusión de cada historia donde el lector podrá completar el relato, dar un
giro radical a todo lo contado o plantear aún más interrogantes. A las historias les gusta más
sugerir y mostrar que contar y explicar.
Situadas todas las historias en
una Argentina urbana, las historias de Las cosas que perdimos en el fuego
suelen estar protagonizadas por mujeres sumidas en una convulsa situación
personal. Mujeres que arrastran cargas emocionales y viven (o se dejan
arrastrar) en lugares o sociedades lúgubres, oscuras y sucias. La escritura ágil
y sugerente de Mariana la caracteriza, repleta de imágenes grotescas evocadas desde el fino
velo de la ambigüedad, que permea nuestras mentes e infecta nuestros sentidos con un
sutil y doloroso terror psicológico.
Crítica social y el terror más
clásico se van combinando de forma espectacular y aglutinan temas en todas las historias: feminismo, el negacionismo sobre las enfermedades mentales, la corrupción
de los barrios bajos, la pobreza, la hostilidad de la infancia y la supervivencia en ambientes
hostiles y lúgubres. Sin ser una obra de gran carga ideológica, Las cosas que
perdimos en el fuego arrastra siempre un tono de denuncia social sobre los
abusos de poder, la pobreza y el machismo. Visiones de una Argentina que se enfrenta
a décadas de violenta dictadura, donde decenas de miles fueron torturados,
asesinados y olvidados.
Los relatos de Las cosas que
perdimos en el fuego se sienten en la piel, resuenan con el tiempo y duelen
cuanto más se profundizan en ellos. Aunque en los cuentos de Mariana existen monstruos
y espectros, no hay nada que de más miedo que ver (y leer) con nuestros propios ojos las
miserias humanas. Tiene el conjunto una gran capacidad de evocación, reverberando temas y construyendo una colección un tanto repetitiva, pero que funciona muy bien aglutinando y dando
unidad temática al conjunto mientras muestra como el miedo toma formas, casi siempre, de lo
más reconocibles.
¡Holaaaa!
ResponderEliminarHe visto muchas reseñas de esta antología y mira que no soy mucho de relatos, pero creo que esta autora argentina puede conectar mucho conmigo, todo lo que nos cuentas de su estilo, la crítica, el sugerir más que mostrar... me atrae mucho jaja
¡besotes!
Una escritora diferente, enraizada en la literatura latinoamericana, cuyo descubrimiento se me antoja imprescindible.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarHace poco me enteré que es una antología y veo que todos la disfrutan, así que pronto tengo que leerlo.
No conocía tu blog, pero me encantó, me estaré pasando seguido. :D
¡Nos leemos!
¡Gracias por leerme! Una lectura curiosa, que sorprende y duele a partes iguales.
EliminarLeí a esta autora en "Nuestra parte de noche" y me dejó fascinada; este tengo que leerlo, por supuesto.
ResponderEliminarUn beso.
Oh, pues Mariana en formato corto es aún más intensa. Enjoy!
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