La tiranía de las moscas, de Elaine Vilar Madruga

Un hombre grande con medallas y una niña que tiene agarrada por los hombros
La tiranía de las moscas
Elaine Vilar Madruga
Editorial Barret
Rústica | 304 páginas | 18,90€Tres estrellas



Casi desde nuestros primeros años de vida, nos inculcan (prácticamente) todo el tiempo que la familia es lo más importante. Padres, hermanos, primos, abuelos, tías y tíos somos una especie de unidad que se debe apoyar y cuidar del bienestar de todos. Se supone que existe una especie de pacto de sacrificio por los otros, de eterna solidaridad. Bendita utopía. Quién tenga una familia así, de verdad, felicidades de mi parte. Cuida el tesoro que tienes. Por culpa de ese tipo de frases, de esa cultura inoculada de responsabilidad social y moral anclada a lo genético, muchas personas se tienen que perdonar y continuar una relación tan toxica que destruye sus propias vidas.

Así es como viven Casandra, Caleb y Calia en su casa. En La tiranía de las moscas, Elaine Vilar Madruga nos cuenta las semanas de encierro en casa de un matrimonio cuya posición social se ha visto en entredicho: una serie de acontecimientos externos les hacen pasar de privilegiados a ser perseguidos. La casa familiar desata las pulsiones más oscuras, la verdadera naturaleza de la relación familiar, donde el odio y la violencia están a la orden del día. Esta es la historia de como un padre se transforma en un tirano, y de como tres hijos únicos e irrepetibles tratan de quitarse el yugo familiar que los aprisiona.

Tragedia griega, realismo mágico y discurso social

Si algo representa La tiranía de las moscas es la incomodidad. Al igual que el zumbido persistente de una mosca, que nunca te deja en paz, la sensación de tensión y de que algo horrible va a ocurrir no deja de respirar en el texto. Elaine recoge la tradición del realismo mágico latinoamericano y le añade unas gotas de opresión macabra familiar digna de Carrie y Las vírgenes suicidas. Los tres protagonistas se salen de toda norma, son únicos y diferentes. Casandra y su peculiar sexualidad, Caleb y su búsqueda de sentido o Calia, y su inquietante mundo artístico. Con los tres, Elaine consigue condensar el terror de un país entre las cuatro paredes de una casa, haciendo verídicas las miserias y luchas del día a día para muchos.

Repulsión lírica

Para crear inquietud y terror hay que saber hacerlo. Elaine juega muy bien con los capítulos cortos, con los extraños puntos de vista de los tres hermanos y un lenguaje en apariencia sencilla, pero lírico, macabro, divertido e irónico en el fondo, para densificar la atmósfera de la casa y convertir al tartamudo de las medallas en un tirano de tomo y lomo. Es repulsiva y perturbadora a ratos, pero también hipnótica, repleta de metáforas y dolor. Es una incomodidad casi confortable que aborda el relato desde el centro hacia afuera, lo amplia y lo expande a su gusto, haciendo que empaticemos con los tres protagonistas y que solo miremos, página tras página, cuando llega su venganza.

Alegoría de tiranías

Aunque La tiranía de las moscas resulta imposible de encuadrar con nada cronológicamente concreto, dado que no da nombres ni datos específicos en ningún momento, y esta contada con esa forma de cuento repleto de simbolismos, uno ve claras las analogías a la dictadura cubana -y cualquier otra- y el estado. Elaine habla de la familia y el estado como dos instituciones similares y análogas, donde nadie los puede liberar de ese yugo familiar hostil, salvo que se unan y rebelen contra todo. Lo externo e interno de la casa se funden en el relato, lo político y lo familiar cobran fuerza con cada flashback, en una reflexión sobre el totalitarismo tanto familiar como político de todo un país.


Pese a que temáticamente me toca cercana, me ha costado conectar con La tiranía de las moscas. Los personajes me repelían una y me atraían, de forma constante. La atmósfera extraña, embadurnada por el realismo mágico circunstancial y la siniestra tiranía, son ya justificación suficiente para disfrutar del nuevo libro de Elaine Vilar Madruga.

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