Las bestias olvidadas de Eld, de Patricia A. McKillip

Las bestias olvidadas de Eld

Patricia A. McKillip (Trad. de Rebeca Cardeñoso)

Duermevela Ediciones

Rústica / digital | 265 páginas | 19€ / 9,50€

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Cuando uno entra a leer una novela de fantasía más clásica, siempre lo hace con cierto temor. Tras los éxitos de J. R. R. Tolkien, miles de novelas surgieron cual replicas en los años posteriores. Héroes y héroes que abandonaban su hogar para embarcarse en épicas aventuras sucedáneas, lineales y planas que poco aportaban al panorama literario. Por supuesto, no todo era así. Allá por 1968, la gran maestra Ursula K Le Guin sorprendía al mundo con Un mago de Terramar, una aventura intimista que removía y agitaba la fantasía publicada en aquellos momentos. Y quizá, dentro de esta corriente, debamos meter a Patricia McKillip y Las bestias olvidadas de Eld.

Sybel y sus bestias

Las bestias olvidadas de Eld nos traslada hasta la montaña de Eld, situada en el reino de Eldwold, donde habita una poderosa hechicera cuya única compañía son unas sabias y mágicas bestias. Unas bestias heredadas de su padre, que a su vez heredo de su padre también. Sin embargo, cuando cumple 16 años, un bebe abandonado llega a su puerta. Un bebe importante, pues es un heredero del rey de Mondor. Oculto en la ladera y criado junto a sus bestias, Sybel conoce junto a él lo que es el amor. Sin embargo, este amor la obligara a conocer el mundo de los hombres, abandonar su hogar y enfrentar a sus demonios para darle a su niño la vida que quiere. En cambio, provocará consecuencias tanto en su vida como en la de todos aquellos que anhelan su poder. 

Ilustración de Alicia Austin

Lirismo, tridimensionalidad e intimismo

Cuando uno arranca a leer las primeras páginas de Las bestias olvidadas de Eld tiene la sensación de estar dentro de un cuento. De esas leyendas de fantasía, donde en algunos párrafos pueden pasar años, y en otros apenas momentos. La historia va avanzando con suavidad, con una cadencia elegante y lírica, pero a la vez, que nos sumerge en un campestre escenario que se va haciendo más grande por momentos. Patricia reformula los componentes esenciales de la fantasía, bebe de sus fuentes y presenta un viaje iniciático que invierte los papeles tradicionales: el protagonista y su épico destino no es el bebe entregado, es una hechicera solitaria que tiene la tarea de aprender a ser madre.

Y es esta baza donde McKillip se alza con autoridad y construye un personaje tridimensional, que redibuja la figura recurrente de la hechicera como villano y propone un viaje, sobre todo interior, donde hablar sobre las dinámicas de poder, la libertad y la independencia. No es una simple inversión de roles, si no un replanteamiento del héroe en las historias que cambia las convenciones tradicionales de la fantasía y presenta una diatriba moral como la más épica de las batallas: las consecuencias de la importancia de conocerse a uno mismo que tiene la vida.

Ilustración de Alicia Austin

Fantasía de leyenda

Si hay un tipo de fantasía que para mi llama a gritos a la imaginativa, pero a la vez, remueve mi nostalgia más infantil, es aquella con aire fabulesco, mitológico y de cuento. Las bestias olvidadas de Eld se enmarca en ese tipo de fantasía, donde hay bestias legendarias invocadas por sus nombres verdaderos (hola, Le Guin) parlanchinas, antigua magia poderosa e inexplicable, ancianas sabelotodo, grandes reyes y caballeros, rencillas familiares e incluso, un dragón. Si, Las bestias olvidadas de Eld es esa fantasía de leyenda, de esa que esperas cuando lees su sinopsis, pero a la vez, no lo es del todo. Por que Patricia se encarga de ponerte el envoltorio que te gusta, para luego desmentir tus tropos y contar una historia que no podrías esperar.

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Premio World Fantasy en 1975, Las bestias olvidadas de Eld es una historia intimista de fantasía salpicada de mitos, leyendas y magia que propone una vía diferente de la fantasía. Si os gusta como enfoca el genero Le Guin en Terramar, ya estáis tardando, pero si no, contad con una novela de fantasía que ofrece una mirada de lo más intimista sobre el poder y la maternidad.

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