El laberinto invisible, de Víctor Guisado Muñoz

El laberinto invisible 
Víctor Guisado Muñoz 
Autopublicado 
Digital | 85 páginas | 3€
 



Ha vuelto esa prosa poética. Ha vuelto esa imaginación portentosa. Ha vuelto esa inmensa capacidad de inmersión. Ha vuelto esa lectura que te envuelve y te abraza, te acuna y te asusta, te encierra y no te suelta. En este caso, ha vuelto Víctor Guisado, de nuevo en una huida hacia delante. De nuevo, llevándonos hacia una búsqueda imposible. Recorreremos praderas, volcanes, desiertos y mares junto a dos hermanos gemelos, unidos por algo más que la simple sangre, en una aventura repleta de tantas maravillas como peligros.

El laberinto invisible, la última publicación de Víctor Guisado, recoge sus señas de identidad más notables y nos devuelve, en parte, a ese vasto universo que ya pudimos atisbar en Me trago el igualma (Ed. El Transbordador, 2017). Criaturas imposibles como los ericiervos, las medusa-pulpos o los igualmas (de nuevo) se dan cita en una aventura de múltiples paisajes que reflexiona sobre la eternidad, el temor a la muerte y a la pérdida, así como sobre la infinitud maravillosa del misterioso universo que nos rodea.

La novela corta, fragmentada de forma muy episódica, recupera esa característica prosa poética no apta para todos los paladares, que ya pudimos leer en sus obras anteriores. Víctor trata de evocar más que de mostrar. Las frases van calando en el lector, creando una sensación de desasosiego durante una búsqueda infinita de una hermana que solo quiere recuperar a su hermano. Un viaje que nos lleva a través de un cosmos sorprendente, tremendamente imaginativo y repleto tanto de fascinación como de misterio y peligro.

«Aunque no lo parezca, el mundo es un laberinto. No hay muros porque no hacen falta: la perspectiva ya es limitada sin necesidad de ellos. Las opciones son igualmente limitadas. No hay ningún camino claro, ni siquiera es seguro que exista una salida. Más bien parece que no existe. Es el laberinto definitivo.»

Pese a su corta extensión, recomiendo cautela y una lectura de lo más pausada para el lector. No es una historia para ventilarse en una tarde a toda leche. El laberinto invisible requiere dejarse llevar y acunar por sus frases y palabras, abandonarse a las sensaciones provocadas y consentir que las reflexiones subyazcan desde nuestra propia naturaleza. No busques fuegos artificiales, ni tremendas escenas de acción desbocada. No rebusques en pos de una ciencia ficción movida y repleta de artificio. El laberinto invisible se mueve por los terrenos tradicionales, más introspectivos y filosóficos de la ciencia ficción. Y esa descategorización de lo actual, es de nuevo, una de sus bazas ganadoras.


Es un lujo leer de nuevo a Víctor Guisado. Confieso, que aunque la novela corta lleva meses en mi Kindle, sabía que necesitaba de un par de días de absoluta paz para poder afrontar su lectura. No por densidad ni longitud, si no por que su prosa requiere de una lectura calmada y concentrada para disfrutar en toda su infinitud y no resultar en vano. Ha merecido la pena.

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Comentarios

  1. Me gusta lo que cuentas. Yo creo que podría disfrutarlo, así que tomo nota ;-)
    Un beso.

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