Lo que más me gusta son los monstruos, de Emil Ferris

lo que más me gusta son los monstruosLo que más me gustan son los monstruos
Emil Ferris (Trad. de Montserrat Meneses Vilar)
Reservoir Books
Tapa blanda con solapas | 416 páginas | 34,95€



Siempre me decían en el colegio que tan importante es la forma como el contenido. No basta con que algo este bien escrito o sea bonito, tiene que tener cierta sustancia. Un equilibrio entre ambas partes. Y si no, que se lo digan a Emil Ferris y todos los galardones -bien merecidos- que lleva bajo el brazo con su ópera prima Lo que más me gustan son los monstruos. Tres premios Ignatz, otros tres premios Eisner, y hasta una nominación a los premios Hugo acompañan a una serie de apariciones en la lista de lo mejor y más vendido de 2017. La primera parte -de dos- de una novela gráfica, que se convertirá, si no lo es ya, en uno de esos títulos imprescindibles para los amantes de las viñetas.

¿Qué nos cuenta Lo que más me gustan son los monstruos?
Esta pregunta es como ponerse un cuchillo bien afilado en la garganta. Y de los que cortan. Hablar de un cómic como este en su complejidad se me antoja harto imposible. Son tantos los temas y sucesos que ocurren en esas cuatrocientas y pico páginas que resulta difícil hacer justicia a la novela gráfica. Pero empecemos por el principio. Ante todo, Lo que más me gustan son los monstruos es la historia de Karen Reyes, una peculiar niña latina de diez años que vive en la oscura Chicago de finales de los sesenta. Apasionada de las películas de terror de serie B y las revistas pulp llenas de monstruos, se propone resolver el misterio que rodea el reciente asesinato de su enigmática vecina del piso de arriba, Anka Silverberg.

Lo que mas me gusta son los monstruos viñeta

Su investigación le llevará a destapar multitud de secretos que parecen rodearla. La vida pasada de su hermano Deeze, conocer un poco más de su religiosa y sacrificada madre, sacar a la palestra policial tanto al mafioso casero del edificio como a su esposa, así como conocer algunas de las peculiares personalidades de su barrio. Una investigación que la llevará más allá de lo esperado. Karen viajará a traves de su imaginación hasta la Alemania nazi y el terrible holocausto, con la historia de una niña que tuvo que superar un obstáculo tras otro. Tantos como ella. Una historia del pasado que parece enredarse una y otra vez con la de su presente.

Una historia de superación en todos los sentidos
Ya no solo por que la primera obra en solitario de Emil Ferris aparezca a los 55 años de edad. Tampoco por que consiguiera superar el virus del Nilo Occidental tras quedar paralizada de cintura para abajo desde los 40 años. No hablemos tampoco de los 6 años que le ha llevado componer al completo Lo que más me gusta son los monstruos. Por no mencionar nada de esa carrera de obstáculos donde tuvo que superar que una editorial la dejará tirada a medio camino de la publicación, y nada menos que 48 rechazos editoriales. Lo que más me gustan son los monstruos es en el fondo una historia de superación. Y lo es, por que ante todo, es una historia inspirada en la propia infancia de Emil Ferris que vivió en un turbio Chicago natal de los años sesenta.

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Tanto la historia de Karen Reyes, como la que vamos conociendo de la judía-alemana Anka, son dos historias de pura superación personal. La primera por su situación actual, donde racismo, homofobia, acoso escolar y enfermedades familiares parecen darse la mano para terminar de hundir por completo a una joven siempre ha sido dejada de lado por ser considerada ‘rara’. La segunda, una historia trágica como pocas. La de una niña tuvo que hacer todo lo posible y necesario para sobrevivir en una época terrible para ser judía. Dos historias que se van entrelazando con pasmosa facilidad en el paso de las páginas, y cuyo desenlace espero con ansia en su segunda -y última- entrega.

Un envoltorio muy personal
Nada mas abrir el pedazo de volumen que supone Lo que más me gustan son los monstruos sabemos que estamos ante algo diferente y muy personal. No solo por imitar la apariencia de un cuaderno de espiral, con su línea roja al margen izquierdo y sus líneas horizontales azules separadas por un centímetro. La novela gráfica se convierte en una sucesión de historias dentro de historias. Es una inmersión completa en las capas y capas de secretos y apariencias que rodean a todos nuestros protagonistas. Todo ello bajo el punto de vista de Karen Reyes, una niña de 10 años, que a través de su diario ilustrado nos lleva tanto a través de su vida como de la historia de la fallecida vecina.

"Los monstruos malos quieren que el mundo sea como ellos quieren. Necesitan que la gente tenga miedo... no viven en su guarida y van a su bola...
Esa será la diferencia... un monstruo bueno a veces asusta porque tiene un aspecto peculiar y colmillos... algo que no puede controlar...
En cambio, los monstruos malos quieren tener el control... que todo el mundo esté asustado, para que ellos puedan llevar la batuta..."

Esto puede suponer tanto un pro como un contra para cualquier lector. Por un lado, la historia carece absolutamente de ritmo. Como cualquier diario de una niña, se detiene en detalles innecesarios, deambula por todo lo que la fascina y nunca se llega a centrar en nada de forma absoluta. Karen va dando un reflejo de la realidad pasada por su filtro de artista. Intuimos aristas, conectamos puntos de la historia y elaboramos los hipervínculos internos que van dando matices y connotaciones nuevas a la simbología de la obra. La historia fluye sinuosa y sin un orden lógico aparente. Es un deambular libre e hipnótico de reflexiones y momentos de una niña que esta a punto de ser adulta.

El reflejo de una época
Aunque el aire de cuento con altas dosis metafóricas y oníricas plagan toda la novela gráfica, no pasa desapercibido para cualquier lector la crudeza de una época complicada para la sociedad norteamericana. La guerra del Vietnam en su pleno apogeo, las protestas por la igualdad racial de finales de los años 60 y el asesinato de Luther King son solo algunos de ellos. Mafiosos, camellos, prostitutas y bandas callejeras. La propia Karen vive en sus carnes como el mundo se vuelve hostil ante su mirada más inocente. Ante todo lo que esta fuera de su norma.

Ferris nos invita a reflexionar una y otra vez sobre los verdaderos monstruos: los propios humanos. Y lo hace con el reflejo de dos épocas: tanto con este descarnado final de los años 60 como visitando el holocausto judío de la Alemania nazi. Es fascinante como une dos momentos históricos que reflejan lo peor del ser humano. Dos épocas repletas de represión, violencia y mezquindad humana que vivimos bajo la inocencia de una joven niña que no parar de buscar, una y otra vez, un refugio bajo el que esconderse de tanta oscuridad. 

El refugio de Karen Reyes
La imaginación es un arma muy poderosa. Nos permite olvidar, encerrarnos y superar algunos de nuestros peores momentos. Nuestros traumas y torturas personales quedan encerradas bajo llave. Se modifican y cambian a nuestro antojo para dejar atrás todo eso que no queremos recordar. Y esa es el arma de Karen Reyes. El refugio que encuentra en el arte. Un arte que le permite mantener a raya aquellos monstruos que la acechan cada día. Tanto dentro como fuera de ella.

Lo que más me gusta son los monstruos viñeta

Así es el apartado visual de Lo que más me gustan son los monstruos. Un refugio imaginativo donde cada página acapara tal variedad de técnicas, estilos y composiciones que sería imposible pararse a describirlos uno por uno. Es toda una experiencia, repleta de estructuras absolutamente libres que solo tienen en común trazos a bolígrafo repletos de colores fríos y líneas agudas sin difuminar. Un estilo rompedor, que no siempre sale bien en el 100% de las páginas, pero que refuerza la relación simbólica entre las diversas tramas que plagan la novela.

Cada página es un mundo donde caben cientos de historias. De repente, aparecen portadas de revistas pulp copiadas hasta el mínimo detalle que funcionan como marco temporal. También, una serie de cuadros famosos redibujados e interpretados en varias ocasiones para explicarnos que ve la propia Karen en ellos y como le ayudan en su camino. Podemos caer en momentos oníricos, en sueños interpretados o en momentos puramente imaginativos que vienen precedidos por tan solo una frase o imagen. El arte visual es demoledor, único e inigualable. Digno de ver una y otra vez.

Siento que he escrito una de las reseñas más largas del blog y que sigo sin hacerle justicia. Ofrece tanto a nivel personal, cultural e histórico que cualquier cosa que se diga quedara corta. Son tanto los temas que toca que es imposible abarcarlos todos. Puede que se vaya por las ramas o que parezca un producto deslavazado, pero os aseguro que este patchwork gráfico y temático es lo más apasionante que he leído en bastante tiempo.

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Comentarios

  1. Gracias por la reseña. Me llama mucho la atención, pero me da reparo que no exista final y te deje totalmente colgado. ¿ puede de alguna manera leerse como una obra autoconclusiva o, al menos, con un final abierto ..? Gracias y un saludo.

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    1. El final es totalmente abierto, de eso no cabe duda. El caso a resolver queda a medias y finaliza con una revelación sobre Karen bastante potente. En mi opinión, imposible de leer como algo autocontenido.

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  2. ¡Hola!
    No lo conocía, pero me lo apunto, que me has dejado fascinada con la reseña. Menuda obra se ha marcado Karen Reyes.
    ¡Un saludo!

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    1. Espero que te guste mucho lo que ha hecho Emil Ferris. Es una maravilla :)

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  3. ¡Hoooola!

    Mmm que novela gráfica tan interesante, ya veo que ha sido difícil resumir todo lo que se encuentra en el interior jajaj
    Me encanta que sea una especie de diario, que contenga historias dentro de historias, que el ritmo sea tan... raro. Y que tenga tanta tanta chicha. Desde luego, después de esta opinión me lo tengo que llevar anotadísimo jaja

    ¡besotes!

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