Los hilos rojos de la fortuna, de Neon Yang

Portada Los hilos rojos de la fortuna
Los hilos rojos de la fortuna
Neon Yang (Trad. de Carla Bataller Estruch)
Duermevela
Rústica / Digital | 208 páginas | 17,95€ / 9,50€



En 2017 la editorial Tor hizo un experimento inusual, lanzando dos novelas cortas de Neon Yang a la vez: Las mareas negras del cielo y Los hilos rojos de la fortuna. Dos novelas bastante diferentes entre sí, siendo la primera un drama familiar que abarca casi tres décadas mientras que la segunda, es más una aventura de acción que apenas dura tres días. Sin embargo, ambas están unidas por la historia de dos gemeles: Akeha y Mokoya. Aunque leyendo antes Las mareas negras del cielo tenga todo el sentido que sea la primera de la serie, cabe destacar que le autore Neon Yang concibió en primer lugar esta segunda entrega, llegando a poder leerse por separado. Sin embargo, y estoy completamente seguro de ello, su impacto emocional sería mucho menor.

Mokoya, le gemele profetisa, ya no lo es. Ahora tiene un brazo de lagarto y un cuerpo lleno de cicatrices, tanto por fuera como por dentro. Ya no tiene visiones, se dedica a cazar a los naga mortales que oscurecen el cielo en los duros confines del reino montada en su fiel velociraptor Fénix. Concretamente, se encuentra tras la pista de un enorme naga que amenaza la ciudad minera y rebelde de Bataanar. Lo que no sabe Mokoya, es que la bestia que caza guarda un terrible secreto que podría desencadenar la guerra en todo el Protectorado.

Shimizu

El camino de Mokoya

¿Y si pudieras ver el futuro sabiendo que no puedes cambiarlo? Frustrante ¿verdad? Esta diatriba ha marcado a Sanao Mokoya desde que era une niñe. Sus extraños y peligrosos dones son una maldición para ella. Le protagonista ya no es une niñe fuerte, poderose y brillante, segure y confiade. Aquí es una madre afligida, que sufre un duelo prolongado por la pérdida de su hije. Es una mujer tratando de huir del pasado. Neon Yang yuxtapone aquí la clásica historia de búsqueda en la fantasía con el viaje emocional interno por el que pasa Mokoya.

La acción, contenida en apenas unos días, explota con alto voltaje emocional en el momento en que Mokoya está al borde del abismo: puede dar un paso adelante o colapsar y hundirse. Caerse o superarlo. Aquí Neon Yang hace un tratamiento ejemplar de las enfermedades mentales y los traumas, equilibrando la conciencia de le protagoniste con la impotencia de muchas situaciones. El camino de Mokoya es sólido, brillante y fuerte, cobrando mucha más fuerza si se sigue desde Las mareas del cielo negro, llegando aquí al punto culminante y más vertiginoso de su desarrollo.

Shimizu

A la caza del naga

Si bien ambas novelas cortas comparten mundo, el punto focal es totalmente diferente. Al igual que dos gemeles idénticos, pese a tener el mismo ADN cambia en algunos factores. Y aquí, uno de los factores ya no es solo el punto de vista de la narrativa o que transcurre solo en unos pocos días en vez de durante treinta y cinco años, si no que esta segunda novela es una historia prácticamente de pura acción que utiliza el duelo como motor. Los conflictos diplomáticos vistos en la primera entrega quedan un poco relegados, aunque Neon Yang sigue dejando pinceladas sobre la situación política y cultural de todo el Protectorado.

Los hilos rojos de la fortuna es una historia de búsqueda y captura, de acción y aventura, envuelta como un caramelo por un profundo desarrollo personal. También, enfocada en dar una vuelta de tuerca al sistema mágico ya presentado. La clave está en un nuevo personaje: Rider. Une forastere del Protectorado que tensa de formas poco ortodoxas y enseña a Mokoya nuevas posibilidades para navegar por el remanso. Una adición imprescindible en esta segunda entrega, que funciona de forma eficiente tanto para las batallas externas e internas, jugando un papel esencial en el camino de Mokoya.


Nueve
La segunda novela corta de la saga del Tensorado me ha enamorado por completo. El camino de superación de Mokoya, la adición de Rider a la historia, la vuelta de tuerca al remanso y los naga se suman a los elementos triunfantes de la primera novela, jugando dinámicas más complejas (tanto fraternales como románticas) pero que continúan con su ardua labor de representación queer. Quiero más.

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