Todo comienza con un crimen
inexplicable, cuando la agente del FBI Odessa Hardwick se ve obligada a
disparar a su compañero de trabajo. El disparo, en defensa propia, vino
acompañado de algo extraño. Odessa vio desprenderse algo del cuerpo de su
compañero fallecido, así como percibió un olor a soldadura. Lo más extraño aún
estaba por suceder, cuando relegada a trabajos menores dentro de la agencia por
estar bajo investigación, la llevan sobre la pista de Hugo Blackwood: un
peculiar hombre trajeado, todo de negro, que asegura llevar siglos vivo y ser
la defensa de la humanidad contra todo mal indescriptible.
El detective de lo oculto
Si algo puede llamar la atención
sobre el lector rápidamente tras la sinopsis es el apellido de nuestro detective paranormal:
Blackwood. En un declarado homenaje al escritor Algernon Blackwood y su
investigador de lo oculto John Silence, Del Toro y Hogan recuperan las
tradiciones de las historias sobrenaturales con ambientes extraños, donde
leyendas y ritos tradicionales se dan cita con la mera investigación policial.
Por tanto, Los seres huecos puede tomarse como un guiño a las novelas de
detectives victorianas de la vieja escuela, pero situada en nuestro contexto
contemporáneo y con altas dosis de acción más consecuentes con la literatura actual.
Tres líneas temporales, una
historia
Los seres huecos se
desarrolla a través de 3 líneas temporales que nos llevan desde 1582 y el origen de Hugo Blackwood, hasta la más absoluta actualidad.
Por el camino, una tercera vía nos conduce hasta 1962, para seguir el caso en
paralelo de un joven negro poseído y como uno de los primeros agentes negros
del FBI resuelve el caso. Ambas líneas, adyacentes a la contemporánea,
funcionan como una especie de intersección que trata de dar sentido a la
historia, superponiéndose y formando un todo repleto de potencial no explotado.
Las apenas trescientas páginas de
Los seres huecos se sienten correctas, pero demasiado simplificadas. Aunque
cada una de las tres historias agrega algo a la trama, los personajes principales
(Odessa, Blackwood y Solomon) quedan prácticamente desdibujados y los peligros
a los que se enfrentan son pintarrajeados con apenas un par de rasgos. Como por
ejemplo esos seres huecos que menciona el mismo título de la novela, unas
entidades demoníacas bastante interesantes y núcleo de la investigación, con
reminiscencias a la película Poseídos (Fallen, 1998) de Gregory Hoblit y
su ángel caído Azreal. Ojalá un poco más de desarrollo místico en alguna de las
siguientes entregas.
Una gota de realidad entre
tanto ente sobrenatural
Quizá uno de los elementos más
interesantes de Los seres huecos es como se ancla a nuestra realidad actual. No
hablo del Covid-19, si no del movimiento Black Lives Matter. Y es que
Del Toro y Hogan aprovechan la trama de 1962 y la figura de uno de los primeros
agentes negros del FBI para explorar áreas temáticas de la historia
estadounidense como la esclavitud y el racismo del sur profundo americano. A
colación, salen elementos como el KKK o las fosas comunes de esclavos, esto
último, confesado por el propio Guillermo del Toro, germen de la historia tras leer una noticia
de saqueo en Nueva Jersey de dichas tumbas con fines ocultos.
La entrega piloto
La sensación que tuve al cerrar las tapas de Los seres huecos es la de que acababa de leer/ver un piloto. El episodio piloto de una serie procedimental sobrenatural, con un investigador de lo oculto tan interesante como misterioso, y un caso sobrenatural a la altura de un capítulo de Supernatural. Y es que, leyendo una entrevista que le hicieron al propia Chuck Hogan en Scifinow, tanto Guillermo del Toro como él han planteado Las cintas de Blackwood como una serie de volúmenes en las que escribir sobre más casos sobrenaturales que tengan que ver con el investigador, y no necesariamente con los seres huecos. Por mi parte, un acierto. ¿Habrá adaptación? Yo, ya la espero.
Tengo a Jonh Silence pendiente, aunque espero que sea por poco tiempo :-)
ResponderEliminarRespecto a este libro... creo que me llama más como serie de tv que como libro, pero no lo descarto.
Un beso.
Para mí ha sido como ver un piloto de un procedimental sobrenatural de tv :)
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