V. E. Schwab (Trad. de Nora
Escoms)
Puck Editorial
Rústica / digital | 384 páginas |
15€ / 5,49€
¿Cuántas veces habéis devorado una novela en un solo día? Reconozco que es un fenómeno lector que no me sucede con tanta frecuencia como me gustaría. Tampoco es que la vida adulta me lo permite mucho. Pero, a veces, por combustión espontanea (o la particular insistencia de nuestra querida Isa Janis) surgen lecturas que te atrapan y no te sueltan. Y si encima vienen con toda una tarde libre, probablemente te deja hasta las tantas de la mañana leyendo. Esta ha sido mi experiencia con Una obsesión perversa (Vicious, 2013), primera entrega de la serie Villanos escrita por V. E. Schawb.
Esta es la historia de Víctor y
Eli, dos estudiantes universitarios brillantes y ambiciosos. En su último año
de carrera, se plantean la posibilidad de que bajo ciertas condiciones sería
posible desarrollar habilidades extraordinarias. Cuando lo teórico se torna en
experimental, las cosas no resultan como esperaban. Diez años después, Víctor
escapa de la cárcel con un único objetivo en su mente: encontrar a su antiguo
amigo y vengarse por lo ocurrido en el pasado. Mientras tanto, Eli vive junto a una mujer enigmática buscando a más personas con superpoderes para exterminarlas.
Fragmento de la portada original
La clave estructural
V. E. Schwab construye Una
obsesión perversa en dos líneas temporales intercaladas que juegan con
muchos capítulos cortos desde varios puntos de vista. Un camino adelante y
atrás en el tiempo planificado al milímetro, donde cada punch se expone
en el momento preciso para dar en la diana. La primera mitad del libro, donde conocemos a Víctor y
Eli a la par que algunos secundarios, simplemente se devora. Es una narración sencilla y directa, donde los capítulos
vuelan a la vez que te dejan con ganas de más. Droga buena. Motivaciones,
trasfondo y escenario quedan clarificados en pocas páginas para el lector, así como esa
turbia relación que sostiene todo el libro. Es verdad que el tercio final decae un
poco, abusando de algún cliché superhéroico y dejando de lado el desarrollo de
sus personajes, pero no desmerece el resto de la lectura.
Antihéroes por doquier
En Una obsesión perversa
no hay héroes como tal. Tampoco diría que hay villanos per se. Víctor y Eli se
van intercambiado constantemente los papeles tanto de héroe como de villano con cada hecho y
acción que vamos descubriendo. Los protagonistas de la novela son personas
arrogantes, ambiciosas y de pura bajeza moral. Sus motivaciones son exageradas
y malas en un sentido estricto, desinteresadas totalmente de hacer el bien. Por algo la serie se llama
Villanos ¿no? Y es que es justo este carisma insano tan característico del mundo superheroico, con un desarrollo de
personajes más grises que negros y tan repletos de pura ambigüedad moral, lo que hace tan
atractiva esta novela.
Ilustración de Victo Ngai
No es lo único, claro. Schwab
dedica bastante pasajes para hablar sobre la muerte, el conflicto interminable
entre ciencia y religión, así como los sacrificios morales que podemos llegar
hacer los humanos únicamente por alcanzar nuestras metas. A Schwab le interesa explorar hasta dónde estamos dispuestos a llegar con tal de defender nuestros ideales, y
para ello, pone en el foco a dos polos opuesto que de tan cerca están, se queman con cada contacto. Saltan chispas. Por que sí, admitámoslo, el shippeo desde las primeras páginas de Una obsesión
perversa entre Víctor y Eli es inevitable para el lector. Es, sin duda, uno de sus puntos más fuertes. Un friends to enemies to lovers con poderes que resulta adictivo.
Una obsesión perversa es
una novela que se devora en apenas un par de sentadas. Aparte de ser una
historia autoconclusiva (con espacio para una continuación) que demuestra el conocimiento comiquero de Schwab, el carisma y efecto
que producen estas dos mentes perturbadas en los lectores la hacen una de las
lecturas más absorventes que he tenido en mucho tiempo. Una venganza mortal ya reposa en mi pila de lectura.
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