Ferran Varela
Ediciones El Transbordador
Rústica | 116 páginas | 14€
Eso de que cuando el río suena, agua lleva, no siempre se cumple. Las expectativas pueden jugar una mala pasada. Para bien, o para mal, son un arma de doble filo. A veces, las superan. Otras, las tiran por tierra, las pisotean y aplastan con cruel vehemencia. En el caso de La danza del gohut, se me han quedado cortas. Mucho se ha hablado en las redes sociales de esta novela. Bueno, no solo en las redes sociales. Las pocas tertulias que he tenido con gente del mundo fandomita, han adorado la novela. Y la verdad, no es para menos. Ferran Varela ha creado tanto con tan poco, que ha terminado impactando a todos los lectores. Me recuerda, en este caso, el boom que supuso La polilla en la casa del humo de Guillem López hace un par de años. Palabras mayores. Son lecturas potentes, inesperadas, y que el runrún de la ola espero que vaya llegando a todos los lectores, tanto de género como si no, para auparla como una de las mejores novelas de este 2018.
Pero vamos a lo que nos ocupa ¿de
que va La danza del gohut? Leara
Viera, una simple plebeya que ha conseguido el rango de tutora en la Academia
de Tiuma, recibe un encargo inesperado. El mismísimo Plenipotenciario de la
ciudad la llama a su mansión para
reeducar a su hijo. Este, el primogenito de la familia, ha sido rescatado
del cautiverio al que una horda gohut lo tenía sometido. Pero, tras cuatro
años, ya no es el mismo: Gerrin esta
convencido de ser un gohut y reniega de la cultura humana. La tutora deberá
conseguir recuperarlo para participar en la batida anual de caza de gohut, y limpiar
el nombre de su honorable familia.
“Debe haber noche para
que haya día. Debe haber dolor para que haya gozo. Debe haber muerte para que
haya vida.”
En pocas páginas, Ferran nos
sumerge en un mundo fantástico medieval de lo más tradicional, donde las
disputas familiares y las intrigas políticas están a la orden del día. Sin
embargo, su historia, toma otros derroteros.
Con un punto más espiritual y filosófico, sin apenas acción, el autor narra con
detalle y agilidad una historia que consigue mantener la tensión desde el
primer capítulo, pese a conocer más o menos su final desde el comienzo.
Construye, con acierto y cuidado, unos personajes, ambientación y mitología que
funciona como un todo cuando pasas
la última página. Con un lenguaje de lo más sencillo, sin espacio para rellenos
innecesarios, La danza del gohut va directa a lo que nos quiere contar sin
escatimar en detalles.
La novela se vertebra como una
historia de horror y romanticismo,
con cierto punto gótico, donde las promesas de finales felices no existen.
Ferran te lo deja claro desde el primer capítulo. Esta es una pieza hipnótica, poética y adictiva, que se
lee de una sola sentada. Te obliga a ello. Desborda por sus páginas un espíritu
idealista y hasta cierto punto anarquista que te atrapa. La danza del gohut es una reflexión critica sobre el orden social y la diferenciación entre clases. Es
una historia de amor trágico también. Pero, por encima de todo, es un canto a
la libertad y el choque de culturas que no ponen remedio a sus diferencias, porque
saben que se necesitan entre sí para poder sobrevivir.
El alma gohut y su vital mensaje de libertad
Déjate llevar. Rompe las cadenas.
No existen los juicios ni los prejuicios. No hay barreras. Solo la sociedad nos
encadena día a día a una realidad. Una realidad supeditada a leyes y normas,
establecidas por que alguien a quien hemos otorgado el poder de mandar sobre
nosotros, así lo dictamina. Estamos encarcelados, encerrados en un plano de
existencia supeditado a lo que nos dicen los demás. A la cultura que heredamos
y al lenguaje que conocemos. La verdadera esencia de la libertad, no existe. Es un mito.
Pero hay tiempo. Tiempo para
darse cuenta y romper esos grilletes. Tiempo para seguirse a uno mismo, y no lo
que nos dictamina el resto. En el fondo, todos
queremos ser un gohut. Todos queremos seguir nuestros instintos. Hacer lo
que nos da la gana cuando nos da la gana, y como nos da la gana. Estaría bien, ¿no?
Pura anarquía. Por supuesto, ojalá, esto no llevará al caos del mundo. El
respeto y la civilización sería la clave de esta utopía que se antoja casi imposible.
“-Negar todas las inquietudes que
alberga tu voluntad es un precio demasiado alto por un poco de seguridad -repuso
el, incorporándose-. Si no entiendes eso, tutora, te estas condenando a la
infelicidad más absoluta.”
Yo no soy un gohut. Pero a veces me gustaría serlo. O al menos, seguir
sus maximas en todo lo posible. Desafiar lo establecido. Romper los moldes de lo
bien visto. Jugar con las expectativas de los demás y admirar lo que realmente
despierta mi respeto, y no lo que me dicen que tengo que alabar. Sin importar
lo que opinen de mí. La danza del gohut
hace germinar en el lector un mensaje vital. Un cambio de
perspectiva sobre la vida, de lo más profundo y revelador, en toda su
simpleza y sencillez.
Es un canto de amor a la anarquía y a la libertad más absoluta, pero también, una reflexión filosófica al choque de dos formas de ver el mundo. Más que nada, es puro debate social y moral. Porque, en realidad, ni gohuts ni humanos son seres perfectos. Y realmente, ¿es alguien totalmente libre en este mundo? O más bien, lo que nos tendríamos que plantear a fin de cuentas, es si alguien quiere ser realmente libre en este universo.
Es un canto de amor a la anarquía y a la libertad más absoluta, pero también, una reflexión filosófica al choque de dos formas de ver el mundo. Más que nada, es puro debate social y moral. Porque, en realidad, ni gohuts ni humanos son seres perfectos. Y realmente, ¿es alguien totalmente libre en este mundo? O más bien, lo que nos tendríamos que plantear a fin de cuentas, es si alguien quiere ser realmente libre en este universo.
No me tiembla el pulso al ponerle
un 10 redondo. A principios de año, El Transbordador me
conquisto con Me tragó el igualma, de Víctor Guisado. Ahora, a final de
año, con La danza del gohut. Tengo claro, que siempre
hay cosas interesantes en el panorama nacional para descubrir. Y, sobre todo,
editoriales que apuestan por cosas diferentes. Con La danza del gohut, tenéis una buena muestra de lo que puede dar de
si una historia sencilla, pero contada de forma tan potente e hipnótica, que
deja una marca a fuego. Es filosófica, es reflexiva, genera debate y conversación con facilidad, y no se olvida con
sencillez. Lectura obligatoria de este 2018 si o SI.
Otras reseñas de interés:
Qué magnífica sensación nos deja una novela que supera todas nuestras expectativas. No tenía ni idea de la existencia de este título, pero he leído en tus palabras «horror», «gótico» y «romanticismo» y la necesidad de leerlo ahora mismo es máxima. Tremenda reseña te has marcado, ¡como para dejarlo pasar! Anotado queda.
ResponderEliminar¡Abrazos!
Jesús.
Y sobre todo, si esas expectativas ya eran muy altas. Gracias por tus palabras. Espero que te guste :)
EliminarMe lo apunto de cabeza. Me llama mucho la atención por temática, me gusta lo que has contado =)
ResponderEliminarBesotes
¡Gracias! Espero que te guste tanto como a mí :)
EliminarHola,
ResponderEliminarMe parece hasta mágico ver cómo puede un libro enamorar con tan pocas páginas, lo que deja claro que nunca importa la cantidad sino la calidad. Tengo que decirte que me ha encantado cómo has hecho la reseña, explicas muy bien y es muy completa. Me gusta que el libro esconda una reflexión la verdad.
Un abrazo,
Raxx
Es algo increíble, la verdad. Este año ya me ha pasado dos veces. Y claro, son las lecturas que más valoro. Gracias por tus palabras :)
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