Reseña - Arcadia

Arcadia

Ian Pears (Trad. de María José Díez Pérez)

Editorial Espasa

Rústica | 640 páginas | 22€

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   Jugar con líneas temporales y varios puntos de vista forja ante el lector una expectativa que siempre posee las dos caras de la moneda. El autor puede desarrollar un complejo entramado que te tenga pegado a las páginas hasta el final en busca de respuestas, o puede acabar siendo un fiasco que se vaya por terrenos previsibles antes de terminar su lectura. En mi caso, Arcadia coincide más con este segundo tipo. Situados en el Oxford de 1960 nuestra historia comienza de la mano de Henry Lytten, un profesor de literatura en la universidad que se reúne cada fin de semana con sus amigos para hablar sobre literatura en general, y recitar algunas partes de sus escritos. Lytten lleva veinte años creando una obra situada en un mundo pastoral llamado Anterworld, un mundo aún en construcción de sus fundamentos y que parece nunca terminar de arrancar. Al profesor Lytten suele visitarlo una joven de quince años llamada Rosie para cuidar de su gato, pero ambos aprovechan el momento para mantener interesantes conversaciones. La curiosidad de la joven Rosie es imparable y un día mientras busca al gato por el sótano del profesor descubrirá una extraña e incandescente pérgola que la transportará al fantasioso mundo de Anterworld. Lo que Rosie no sabe es que acaba de poner en peligro el funcionamiento del tiempo, el mundo y la vida tal como la conocemos.

Portadas de la edición de Faber & Faber y Knopf Publishing Group

   Arcadia supone una especie de rompecabezas para el lector que se dedica a rondar por diversos momentos de la misma línea temporal,o incluso a través de mundos alternativos. Pears se dedica a jugar con el lector, con un inicio trepidante que desata la curiosidad pero que va perdiendo fuelle con el paso de las páginas. Rondando la ciencia ficción, el thriller, las novelas de espías soviéticos o la fantasía medieval, el autor va haciendo gala de una prosa fluida y bastante entretenida que no llega a cumplir los estándares de los que partía su premisa. Los personajes se vuelven tópicos y desaprovechados, algunas situaciones están resueltas con torpeza y otras acciones podrían considerarse un tanto polémicas por el camino que toman. Arcadia es un relato que te arrastra si te dejas llevar desde el principio, pero que por momentos se vuelve anodino. Pears utiliza unos protagonistas que no enganchan, sin carisma, que no salen de su prototipo establecido y que cualquier ávido lector de fantasía ha leído miles de veces. Reconozco al autor su mérito de crear una historia entretenida. En los primeros compases de la obra vamos tirando del hilo poco a poco, estableciendo conexiones, situándonos en contexto, desarrollando nuestras propias teorías, fluyendo una narración no lineal de manera ligera y ágil. Arcadia huye de la acción desatada para centrase más en el misterio, para llevarte por diferentes pistas que unan los hechos y personajes.

   El problema surge cuando el diálogo expositivo entre los protagonistas se vuelve farragoso, teniendo que explicar una y otra vez como ha sido posible los sucesos acontecidos. Esto hace que por momentos la lectura sea aborrecible, los hechos demasiado previsibles y que la capacidad de realizar hipótesis se caiga por el camino, que para mí, al menos, es la mayor gracia que le encuentro a este tipo de narración. Todas las piezas del puzle terminan encajando en su sitio, que aunque no era la esperada al principio, sí que era previsible durante el último centenar de hojas del relato. La base científica sobre el que se sustenta todo el entramado tejido por Pears solo sirve como coartada para llevar a cabo su historia. Olvidaos de los conocimientos físicos o matemáticos que conozcáis, porque aquí el valor del tiempo cambiará por completo. El autor juega con una interesante teoría del tiempo donde existe una única realidad con muchas posibilidades, donde pasado y futuro coexisten pero no hay posibilidad de la existencia de mundos alternativos. Así elimina de pleno el problema de la paradoja temporal, ya que la realidad siempre se reestructura para que todo sea como siempre ha sido. La linealidad temporal no existe, todo acto tiene su consecuencia, pero no tienen por qué ir uno después del otro.

Captura de la App de la novela

  Arcadia supone un viaje a través de diez personajes y tres mundos donde lo importante son las relaciones que se van interconectando entre todo (y que a través de una App en inglés, podéis clarificar). Mundos de fantasía, un futuro distópico desgarrador y la época de los espías en la Guerra Fría se dan la mano a lo largo de todo el relato. Puede que falle a niveles de sorpresa, que los escenarios se queden como decorados un tanto esbozados o que los personajes no terminen de despegar del cliché que representan, pero Pears presenta un juego un tanto entretenido si finalmente te dejas llevar por él a lo largo de sus 640 páginas. Aprovechará la ocasión para hablar sobre el proceso creativo, para meter alguna pulla a pilares del género como Lewis y Tolkien, para hablar sobre la juventud o sobre las bases en que se asienta nuestro futuro. Arcadia coge una pizca de varios géneros para formar una espiral narrativa que se ira desenvolviendo por tu cerebro, siempre que te dejes llevar por el juego.

La premisa inicial

La teoría del tiempo

Tiene una pizca de todos los géneros

Resoluciones y giros un tanto previsibles

Personajes clichés y poco carismáticos

Escenarios desdibujados

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Arcadia me ha supuesto una pequeña decepción como lector. Por su premisa me esperaba un entramado complejo que tuviera una resolución más interesante. Ha terminado siendo una lectura previsible aunque por momentos entretenida, con pocas sorpresas y que no ha llegado para nada a las esperanzas que tenía depositadas en ella. Tenía ingredientes de sobra para poder sorprender, para hacer algo más complejo, pero se ha quedado en agua de borrajas. No he llegado a conectar con los protagonistas, los mundos se me han quedado en poca cosa y solo la premisa temporal atrajo un poco más mi atención. Otra vez será.

¡Muchas gracias a la editorial Espasa por el ejemplar!