El trapo sabe. Vaya sí
sabía. Una de las frases emblema de Los ojos bizcos del sol escondía
para todos los lectores una de las claves de la trilogía. Bueno, y la esconde por completo,
si no has leído Subsolar. Pero empecemos por el principio. O bueno,
continuemos donde lo hemos dejamos. Hemos dado casi la vuelta a AË7 junto a el
Alguacil, la Regidora, el Trapo y el Astrólogo, pero nos quedaba una parte por
descubrir. Aquí estamos, en la zona subsolar, en el Desierto del Mediodía.
Calor, calor, calor. Eclipses solares, oasis, caravanas de escorpiones y
alfombras voladoras. Y si, el fin de todo también. La gran batalla nos espera:
la Batalla del Amanecer Eterno, como la han llamado, que decidirá el destino
del mundo.
Un final muy final
Leer Subsolar justo tras
releer Transcrepuscular y Antisolar supone todo un acierto. Es más,
creo que la edición ómnibus a puntito de salir a la venta va a satisfacer mucho
más a los lectores que la lectura por entregas como hasta ahora. Y es que la
trilogía, y más aún esta última parte, se siente más como un conjunto completo que como
algo delimitado y servido en partes. Si Transcrepuscular nos servía de
presentación para los personajes y el lisérgico mundo creado por Bueso, Antisolar nos
metía de lleno en la trama central y presentaba el conflicto principal. Así mismo, Subsolar
se siente como una continuación directa, casi sin pausa, donde solo tenemos un
cambio de escenario y vamos directos al final.
Una tercera entrega sin grandes
giros argumentales -salvo el epílogo- o aportes de nueva información. Subsolar es en
si mismo un episodio final, como el de las grandes series. Un cierre al gran camino recorrido de estos personajes, tras un viaje de reclutamiento a toda mecha de todo
ser viviente capaz de luchar por paisajes sacados del Oriente Medio. Luego, directos a la
batalla. Y es que más de la mitad de Subsolar es un periplo vertiginoso
por el desierto con paradas rápidas, menor diversidad de escenarios que en
otras ocasiones y un ansia total por alcanzar ese momento final. El anhelo por
llegar a la gran batalla es palpable, pero cuando llega, el disfrute se convierte
en un coctel lisérgico con el que deleitarse y relamerse en cada página.
Si no te han gustado las
otras…
Casi resulta obvio, pero si no te
ha gusta Transcrepuscular o Antisolar, raro sería que esta
tercera entrega te resultara satisfactoria. Pero bueno, masocas hay en todo el
mundo. Bueso retoma en Subsolar tanto el tono cómico como el estilo y la
voz tan coloquial del que presumen sus predecesoras. Su capacidad narrativa,
imaginativa y visual sigue siendo puro deleite para el lector. Sus excesivos chascarrillos
pueden causar alguna carcajada (ojo a la referencia de Aquí no hay quién
viva) o poner los ojos en blanco, pero su estilo directo, desbocado, ágil y
frenético en los diálogos sigue siendo seña de identidad. Biopunk, biopulp,
sword & planet o como lo quieres llamar hasta la epatación.
Mente colmena vs. Mente
individual
Fuera de toda la aventura, acción
y batalla que presenta Los ojos bizcos del sol, esta claro que su
temática zozobra siempre sobre este gran debate. Y digo zozobra, por que las cargas
de profundidad y reflexión están repartidas de forma aislada, en algunos
diálogos o pensamientos que rápidamente son cortados por algún chascarrillo. A
lo largo de la serie hay capítulos en los que se aborda el meollo de la
cuestión y se da vueltas sobre él. Una lectura horizontal que nos hace pensar
en nuestra dependencia de las maquinas (o gadgets tecnológicos) para casi todo
y una más directa, de nuestra vida simbiótica con otros seres que hace a la
sociedad progresar o vivir. A lo largo de la serie podemos extraer lecturas
políticas, sociales y económicas que nos hacen planteamientos pero nunca dan
respuestas. Bueso planta la semilla, pero no la riega. Tampoco hace falta del
todo, porque en realidad, hemos venido a AË7 a divertirnos.
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