Hang Kang (trad. de Sunme Yoon)
Random House
Corría el año 2017. La (por desgracia) casi extinta editorial :Rata_ nos presentaba a los lectores españoles (a parte de su novedosos diseños de cubiertas) a Hang Kang justo un año después de que la traducción al inglés de La vegetariana hubiera ganado el Premio Internacional Booker. La premisa de la novela, las devastadoras consecuencias de una mujer que deja de comer carne, ya llamaban la atención. El libro llevaba un tiempo siendo difícil de conseguir, pero hace unos meses Random House (que también le ha publicado La clase de griego) rescato la novela. La idea parte de un cuento anterior de la propia Hang Kang, escrito en 1997 y titulado El fruto de mi mujer. En ella, una mujer, en un giro kafkiano de los acontecimientos, se transforma literalmente en una planta. Sin embargo, La vegetariana —en palabras de la propia autora— da un giro más oscuro y feroz, centrándose en crear un tríptico atípico alrededor de su protagonista, siendo la suma de tres cuentos que se publicaron por separado entre 2004 y 2005.
Algunas de sus cubiertas en inglés
Yeong-hye deja de comer carne
Yeong-hye siempre ha sido una esposa fiel, resuelta y discreta que su marido siempre ha deseado, dado que cumple con todos sus requisitos para tener un matrimonio sin sobresaltos ni sorpresas. Es decir, es su pareja ideal. Sin embargo, Yeong-hye lleva meses sufriendo unas pesadillas infernales, repletas de sangre y brutalidad. Esa angustia y desasosiego nocturno llevan a Yeong-hye a tomar la decisión de abandonar su ingesta de carne y deshacerse de toda la que tiene en el frigorífico. Su marido aceptará a regañadientes, entre atónito y molesto. Este acto subversivo (cercano al de Justine en Crudo) será el primero de muchos de Yeong-hye, que con este cambio inicia un viaje transformador que ninguno entiende, tomando el control de su propio cuerpo dentro de esta sociedad patriarcal y ultracapitalista.
Atípico tríptico
Como decía al principio, La vegetariana está compuesta por tres cuentos relacionados entre sí: La vegetariana, La mancha mongólica y Los árboles en llamas. La primera parte, narrada por su marido, refleja las primeras consecuencias de su cambio y las consecuencias que alteran su círculo familiar y social. La segunda (mi favorita), por otra parte, está contada por su cuñado, permutando hacia una historia de obsesión personal: la de un artista que se reencuentra consigo mismo tras años de insatisfacción. La tercera, cambiando de forma radical, nos lleva desde el punto de vista de su hermana mayor. Es la mirada más intensa, intima y extrema de libro, donde las consecuencias ya parecen no tener retorno para la protagonista.
Podría decirse que La vegetariana es una tragedia transformadora en tres actos, contada desde tres puntos de vista diferentes que nunca —salvo unos pasajes oníricos reveladores— es el de nuestra protagonista. De forma inquietante, tensa, ambigua y de cierta manera, refinada, una mirada masculina nos va desgranando como un ser humano se desmorona y derrumba debido a una fisura que surge en su interior. De su propio pensamiento. El silencio de la protagonista es un distintivo más de La vegetariana. Hang Kang aprovecha su estilo directo y casi frio, formando también parte de la complejidad de la novela, obligándote como lector a comprender y entender lo que hace Yeong-hye desde el mismo punto de vista que viven los personajes que la rodean.
Cubierta de la edición en gallego (Rinoceronte)
Patriarcado y sociedad
Gran parte de la novela se centra en la mirada masculina, sirviéndole a Hang Kang como comentario y herramienta narrativa sobre el abuso y la violencia que las mujeres suelen sufrir a manos de los hombres. La vegetariana es una especie de parábola kafkiana sobre la necesidad de adaptarse a las expectativas de la sociedad coreana. Sin embargo, la decisión de Yeong-hye la sumerge cada día más en su mundo de fantasía, abandonando por completo sus restricciones carnales e impactando a sus allegados, dado que manifiesta la autonomía (o locura) de su cambio. El efecto de la prosa de Kang nos sumerge en una inquietud constante, en querer saber a donde va el siguiente paso. De esta forma, Kang cuestiona la violencia humana, define lo imposible de comprender a los demás al completo y posiciona el cuerpo como ultimo refugio, como único lugar donde nuestra independencia es total. Y Yeong-hye parece no querer serlo nunca más. Cree que destruyéndose, se esta salvando. La belleza del final, contemplado desde una ventana, penetra en nuestra alma, se clava en el espíritu y nos hace tomar conciencia de nosotros mismos.
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