Los escorpiones, de Sara Barquinero

Los escorpiones
Sara Barquinero
Lumen
Rústica / Digital | 810 páginas | 23,90€/10,99€



Teorías de la conspiración, suicidios extraños, creepypastas, videojuegos malditos, Deep Web, nihilismo. Novela de novelas. Muchos de estos mimbres que se vislumbraban en la sinopsis y primeras páginas de Los escorpiones me hicieron zambullirme de cabeza en la comentada, ambiciosa y excesiva —800 páginazas— novela de Sara Barquinero que aterrizó hace unas semanas en las librerías. El resultado es un largo, emocionante y perturbador viaje que permite al lector explorar la realidad actual con un cinturón de seguridad, pero no por ello permanece a salvo. Sara Barquinero (al igual que servidor) pertenece a esa generación de los años 90 que creció con los creepypastas, Bleach, las conspiraciones de internet, Pokémon y el Pueblo Lavanda, la angustia vital por norma, los zumbidos del messenger, la necesidad de huir constantemente y sobre todo, la sensación de vivir en una realidad desarticulada que se pregunta de forma recurrente sobre el sentido de nuestra vida y existencia. Bienvenido a la radiografía sociológica millennial de Sara Barquinero, bienvenido a Los escorpiones.

Ilustración de Sara Moser
Sara, Thomas y Los escorpiones
La historia comienza con Sara, meses después de su relación virtual con Javier, un hombre que se suicida el día en que han quedado para verse por primera vez. Lo que continua es lo que haríamos cualquiera de nosotros (con menos drogas, espero): una profunda búsqueda por internet de que puede haber(le) sucedido. Tras esta vendrá la historia de Thomas, un chico que se refugia en un pueblo de la España profunda con la esperanza de componer una segunda parte para su álbum de música experimental. Sin embargo, allí conocerá a alguien que cambiará su realidad — ya trastocada— por siempre. También es la historia de Manuel, un millennial de manual que ha crecido en foros de internet y utiliza fotos de su hermana para acercarse a otros. Y en el fondo de todo, Los escorpiones, un entramado de una teoría de la conspiración que parece dirigida por los poderes políticos y económicos del momento, encaminada a controlar a los individuos a través de la hipnosis y los mensajes subliminales en libros, videojuegos y música para inducirlos al suicidio.

Conspiranoia, la internet profunda y creepypastas
Los escorpiones se construye con paso lento, fragmento a fragmento, pero siempre firme, siempre cambiante, constantemente hipnótica. Protagonistas, tramas, obsesiones, conspiranoia y miedos asimilan voces y formas bien diferenciadas que dan un paseo por la cultura de internet que muchos llevamos dentro. Por qué se nota que Sara Barquinero es hija de una generación y sabe cómo se construyen las teorías de la conspiración de internet. Ese lugar donde consumes cosas horribles, por que simplemente se trata de ficción o (parece) un producto de simple entretenimiento, aunque realmente, no lo es.

La internet profunda es oscura y alberga horrores a través de la pantalla. Soltar tonterías —y que otros se las crean— esta a la orden del día, solo basta con dar un vistazo cada día a tu timeline de Twitter/X. Desde foros en los que tu avatar y nombre nada tienen que ver con la realidad, hasta videojuegos de leyenda urbana como el arcade Polybius (1981) que supuestamente producían efectos devastadores a sus jugadores. Los creepypastas, historias recogidas y compartidas a través de Internet, funcionan en Los escorpiones como ese hilo que nos lleva hasta el final, como esa rama troncal que seguimos hasta que tiramos del telón y la realidad golpea —más fuerte que nunca—  en toda nuestra cara.

Imagen del arcade Polybius
Novela de novelas
Una de las frases que encabezan la sinopsis de Los escorpiones es la de novela de novelas. Es, probablemente, el primer argumento que me hizo desear ponerme con su lectura. Y también es, una realidad. Dentro de Los escorpiones, Barquinero hace convivir varias novelas cortas a la vez que forman parte de un todo, aunque son más o menos aisladas, al puro estilo Mitchell. Todo empieza con la carta de presentación de Sara y de Thomas (con vibras cercanas a Casa de hojas), en sus dos primeras partes correspondientes. Sin embargo, a partir de aquí, el formato cambia. Las dos siguientes partes son sendos documentos — en diferentes formatos— que se mencionan varias veces en las primeras doscientas páginas de la novela. 

Mientras tanto, los interludios, sirven como nexos de unión, como una continuación en el viaje que emprendemos junto a Sara y Thomas desde el principio de libro. Todo confluye — y gira— hacia el gran final, titulado igual que el libro: Los escorpiones. Una quinta parte constreñida a lo anterior, que trata de cerrar (con acierto) todos los temas y tramas planteadas. Desde la Italia de los años veinte, pasando por el sur profundo de Estados Unidos en los ochenta, hasta llegar a la época actual en Madrid, Bilbao, un pueblo perdido de la España rural y finalizar, nuestro viaje, en la siempre querida y sofisticada Nueva York.

Angustia existencial y sentido vital
A través de este despliegue de relatos entrelazados en el tiempo, Los escorpiones no es solo un thriller perturbador y conspiranoico, sino más bien es una invitación a reflexionar sobre temas filosóficos y de índole social de lo más contemporáneos: la soledad, la muerte, la depresión, la búsqueda de sentido vital y la superficialidad o alienación de internet. El entramado de Barquinero da una visual rápida al mundo de internet y las redes sociales, a la creación de identidades falsas y a la búsqueda de satisfacción personal a través del clic (o like) de otros. Sara y Thomas son el reflejo de muchos, de aquellos que buscan sentir que su existencia tiene (más de) un sentido. También, de cómo nuestra forma de relacionarnos ha cambiado tanto que a veces un cara a cara es más complicado que una visita virtual. 

Drogas, depresión y suicidio pululan la novela, tanto como la obsesión por el control y la incapacidad para afrontar el estar solo. Personajes pertenecientes al umbral de la desesperación a lo largo de su vida, bordeando siempre el nihilismo. Temas universales que nos conciernen a todos, como la depresión o los estragos del capitalismo, también están aquí. Agarrarse a cualquier cosa —incluso a una leyenda urbana— como salvavidas para soportar nuestra propia existencia. Los escorpiones es desasosegante, difícil de digerir como lector de género fantástico (siempre en búsqueda de algo más que explique la/nuestra realidad) y un golpetazo de pura existencia vital para cada uno de sus lectores. Novela del año, no lo sé, pero recomendable, sin duda.

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