Conejo maldito, de Bora Chung

Conejo maldito
Bora Chung (trad. de Álvaro Trigo Maldonado)
Alpha Decay
Tapa blanda | 224 páginas | 19,90€



El mundo de los relatos cortos, para mí, es algo tan singular y especial porque se trata de una especie de universo mágico y paralelo donde todo, absolutamente (casi) todo, parece posible dentro una pequeña burbuja de creación. Por eso, cuando me enfrento a la lectura de una colección de cuentos siempre lo hago con emoción por ver —y descubrir— que me voy a encontrar. Lo mismo, como cada vez, ocurrió cuando encaré la lectura de Conejo maldito, la laureada —y esperada—  primera colección de relatos de la surcoreana Bora Chung que estuvo nominada al premio Internacional Booker en 2022 con la traducción al inglés de Anton Chur. Por eso, y por la promesa de ver como sus historias mezclaban elementos de terror, fantasía, ciencia ficción y surrealismo, estaba deseando poder leerla en español. Y ahora, gracias a Alpha Decay y a la traducción de Álvaro Trigo Maldonado directamente del coreano, es posible hacerlo. Y si, ya lo adelanto, merece mucho la pena leerla.

Cada relato de Conejo maldito parece un cuento sacado de otro mundo pero siempre anclado en el nuestro. La cita que se dan el terror, el folclore y el realismo mágico de Chung se alía con comentarios sociales incisivos, formando una especie de pesadillas malditas y febriles sobre el capitalismo y el patriarcado. Los cuentos se recombinan —y releen— como críticas a la sociedad contemporánea en clave de género que podrían hacer saltar una docena de trigger warnings tranquilamente. Y aunque hay patrones que se repiten en sus historias (poco contexto geográfico, personajes sin nombre, temporalidades de un día...) y siempre se acerca más al horror corporal estilo Cronenberg que otra cosa, Conejo maldito se alza como una interesante colección de cuentos inquietantes —y en cierta forma aterradores— que hablan sobre nosotros mismos siempre manteniendo una firme brújula moral y temática.

Ilustración de Robyn Ryan

Entre capitalismo y otras cosas
Conejo maldito, curiosamente, abre con el cuento que da título a la colección. En él nos cuentan la historia de un fabricante de artefactos malditos, que crea una lámpara en forma de conejito para vengar la muerte de su amigo, el propietario de una destilería que se suicida debido a la campaña de difamación por parte de una gran empresa rival que amasa su fortuna mediante sobornos y la pura explotación. La historia, que se lee como una advertencia contra las malas praxis del capitalismo, es la pura muestra de como Chung intenta retorcer los cuentos más clásicos en fábulas modernas. Sin embargo, en esa premisa, encaja y es mucho más eficaz La trampa, uno de los relatos que aparecen a mitad de la colección. En él, un hombre descubre un zorro que sangra oro, al estilo de La gallina de los huesos de oro de Esopo. Sin embargo, Chung va un paso más allá. El zorro sigue viviendo en la forma de sus hijos gemelos. Y para más horror, solo su hijo sangra oro cuando bebe la sangre de su hermana. Comienza desde aquí una vorágine de violencia y avaricia humana que representa, como pocos, el ciclo de explotación laboral.

Pesadillas kafkianas
Una de mis historias favoritas de la colección — y del año— es La cabeza, donde una joven encuentra una cabeza que asoma en su váter y dice ser producto de sus desechos. Temáticamente similar es La regla, donde una joven toma demasiadas pastillas anticonceptivas y acaba quedándose embarazada, comenzando una terrible odisea para encontrar marido antes de dar a luz por motivos que serían spoiler. Ambas podrían dar forma a cualquier pesadilla kafkiana que se nos ocurra y parecen casi primas lejanas de Canina (Blackie Books, 2022), pero ambas, pese a no parecerlo de primeras, comparten también que lo fantástico sea lo menos horrible de sus historias. En una y otra las desventuradas protagonistas —siempre sin nombre— tiene que lidiar con algo realmente aterrador y que cuestiona lo que significa tener un cuerpo. Sin embargo, a la vez, el verdadero horror reside en la actitud de las personas que rodean sus vidas y que las tratan como meros desechos. Mientras a la primera le dicen que ignore a la cabeza, a la segunda, le atizan constantemente con el estigma del embarazo femenino sin pareja. Y aunque ambas me gustan, es La cabeza la que resuena en la cabeza días después y desarrolla ese extraño potencial que tienen algunos cuentos para acabar convirtiéndose en leyendas y mitos.

Portada coreana original

Los que se alejan de Omelas 2.0
Uno de los relatos más largos de toda la colección es Cicatrices. En él Bora nos cuenta la historia de un niño inocente que es sacrificado para mantener la paz en un poblado. Probablemente la premisa os suene de ese maravilloso relato de Ursula K. Le Guin llamado Los que se alejan de Omelas y que tanto podría recomendar. Sin embargo, Bora no detiene aquí su historia y va un pasito más allá que Ursula. Cicatrices comienza con el secuestro de un niño sin nombre y arrojado en una cueva, donde es atacado día si y día también por una especie de pájaro que hunde su pico en su columna vertebral para alimentarse de él, dejándole el cuerpo repleto de cicatrices triangulares. Sin embargo, cuando el niño crece, consigue escapar del monstruo y llegar al poblado del que salió —aunque él no lo recuerda— donde la sociedad que lo sacrificó lo evita. Sin embargo, un hombre calvo y sin escrúpulos se lo lleva… pero un ciclo de violencia interminable vuelve a empezar.

Finales de El sexto Sentido
Quizás uno de los patrones que más se repita en la colección sean los finales estilo El sexto sentido: al final, era un fantasma, ya sabéis. Sin embargo… nunca son algo maligno ni entidades demoníacas como las de Expediente Warren. Mi dulce hogar y El reencuentro son buenas muestras de ello y en los que mejor funciona dicho mecanismo. En la primera, Bora cuenta la historia de una propiedad inmobiliaria embrujada donde tiene que lidiar con vecinos desagradables que exigen su espacio de estacionamiento. En la segunda — y quizás de las más conmovedoras de la colección—  una mujer coreana entabla un romance improbable con un hombre polaco después de ver juntos el fantasma de un viejo veterano de la Segunda Guerra Mundial en una plaza de Polonia. El problema es que como usa ese viejo truco varias veces durante la colección, el efecto se pierde y en lugar de resultar algo desorientador, el ávido lector fácilmente puede identificar el tropo y disfrutar de una lectura esperada, pero que de todas formas resulta reconfortante.

Ilustración de Elen Kalorkoti

No nos olvidemos de la ciencia ficción
Hemos hablado de fantasmas, de leyendas urbanas y de fábulas cercanas al fantástico, pero en Conejo maldito —y ya voy cerrando por aquí— la autora también da cabida a la ciencia ficción. Y si tenemos que hablar de un relato que lo represente en la colección es Adiós, amor mío. En ella nos cuenta una historia de amor entre robots y humanos, donde nuestra narradora no puede superar el vinculo con su Modelo 1 a pesar de tener nuevos compañeros artificiales y cada vez más sofisticados y actualizados. Lo que empieza como una curiosa historia tecnológica termina como un capitulo de puro Black Mirror. Y lo que podría ser un capítulo de Black Mirror como este relato, también lo podría ser de El gabinete de las curiosidades de Guillermo del Toro, La dimensión desconocida o de Love, Death and Robots con cada uno de los relatos que contiene Conejo Maldito. Por qué cada uno tiene un punto de partida potente y termina siendo una especie de macabra pesadilla de la que es imposible (ni uno quiere) salir.

Otras reseñas de interés:

Comentarios

  1. Creo que este libro de relatos no es para mí, no obstante, me alegro de que lo hayas disfrutado.

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  2. Holi. Me lo pillo FIJO.
    El "porque" de la primera oración va juntito. 🙈. Be friends again. 🙏. Aaah y feliz cumpleee!!!

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  3. Creo que no conocía este libro. Me lo apunto, aunque con reservas, porque me ha dado la sensación de que me puede dejar mal cuerpo cada relato. Ya veremos :-)
    Un beso y felices fiestas, Mangrii.

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    1. Si, si y también si, es un malrollo continuo, aunque terminas perdiendo la sensación de inquietud en los dos/tres últimos.

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