Tiempo que fue, de Ian McDonald

Tiempo que fue
Ian McDonald (trad. de Cristina Macia)
Dolmen
Tapa blanda | 136 páginas | 16,90 €



Los viajes en el tiempo o el multiverso son uno de mis temas favoritos, como el de muchos aficionados, en la ciencia ficción. En los últimos tiempos he leído un par de ejemplos que me han enamorado por completo, como El mar de la tranquilidad y Así se pierde la guerra del tiempo. Probablemente a este dúo deba sumar Tiempo que fue, una breve historia de amor entrelazada entre el tiempo y la guerra escrita por Ian McDonald que por fin, tras haber sido publicada en 2018 en inglés, ha llegado a nuestro país. Un romance realmente trágico sobre dos hombres que se vieron obligados a descubrir un medio de comunicación a través de tiempo. Realmente, estamos de enhorabuena los lectores en español si el nacimiento de freder, una nueva colección en Plan B dedicada a la ciencia ficción en todas sus variantes, nos traen obras tan conmovedoras y arrolladoras como es Tiempo que fue.

Entre cartas anda el juego
Al cerrar una librería, Emmet encuentra una curiosa copia de una libro de poesía anónimo titulado Tiempo que fue. Dentro, localiza lo que parece una carta de amor. El misterio y la rareza intrigan tanto a Emmett que inicia una búsqueda del autor de la carta. Una publicación en Facebook, una respuesta de una chica de Lincolnshire, y los puntos empiezan a unirse. Resulta que Thorn Hildreth, quién le ha respondido, reconoce los nombres de la carta por los recuerdos archivados de la Segunda Guerra Mundial que conserva su abuelo. Sin embargo, el misterio se vuelve mayor cuando Emmett y Thorn visitan a un miembro del Museo Imperial de Guerra con memoria fotográfica y desvela que existen otras fotografías de ellos. ¿Son inmortales o viajeros del tiempo? ¿Podrá Emmett llegar al fondo de la cuestión o será uno de esos misterios que nos dejan las casualidades inexplicables de la vida?


La lírica en prosa
Uno de los aspectos más fascinantes de Tiempo que fue es el de como está escrito. La narrativa, que alterna entre la investigación de Emmett y los encuentros de los amantes, se va forjando de forma gradual para el lector. Mientras Emmet investiga y lo conocemos mejor a través de sus avances, vamos descubriendo quienes eran Tom y Ben, cómo se conocieron y comunicaban entre ellos. McDonald lo ejecuta todo de una forma concisa, atmosférica y dando una inquietante sensación de pérdida, sobre todo al principio, que invita a releer y estar atento. En cierta manera, el estilo me recuerda a su relato publicado en Cuentos para Algernon titulado Botanica Veneris: Trece recortados de Ida, condesa de Rathangan que recomiendo mucho leer. El peso de la emoción permanece invisible entre las líneas para el lector, pero McDonald tiene esa particular habilidad para que a través de las cartas, fotografías ocasionales y fragmentos nos invada finalmente por completo.

Romance y naturalidad
Y es que más allá de la ciencia ficción o el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el principal tema y atractivo de Tiempo que fue es el romance. El rompecabezas de McDonald se ajusta a la perfección y con sencillez, utilizando el tiempo y el espacio para que el golpe emocional final retumbe a eones de distancia. No hay nada sorprendentemente original en las ideas de ciencia ficción que McDonald presenta aquí, pero su forma de abordar, describir y respetar con tanta naturalidad el romance entre los dos personajes sin hacer alarde de ello, es al final, uno de los aspectos más importantes de la novela. El mecanismo mediante el cual estos dos amantes planean mantenerse en contacto es ingenioso y romántico a su manera, pero lo es más como Tom y Ben se escriben y reconocen el uno al otro. Al final, Tiempo que fue, es una de esas novelas que invitan a volver a leer. Retroceder y ver todo ordenado, captando detalles y matices que como buena historia de viajes en el tiempo, se esconden durante toda la novela. Y descubrirlos, forma parte de su magia.

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Comentarios

  1. Dudo un poco por lo del romance, ya sabes que no soy muy romántica y parece el tema principal, pero no la descarto.
    Un beso.

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    1. Yo tampoco lo soy mucho, si te sirve como medida, pero es verdad que aquí esta abordado de una forma tan natural que me ha encantado :)

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