Lanza, de Nicola Griffith

Lanza
Nicola Griffith (trad. de Arrate Hidalgo)
Duermevela Ediciones
Rústica | 223 páginas | 18,95€



Desde pequeño conozco los conceptos básicos de la leyenda artúrica: Merlín, la espada clavada en la piedra, el santo grial o la dama del lago. Sin embargo, la leyenda artúrica es algo mucho más profundo, repleto de reinterpretaciones y versiones totalmente diferentes. Lo maravilloso de Lanza es justo eso: Nicola Griffith recupera las fuentes tradicionales pero a la vez no se adscribe a ninguna. La nota final de la autora, donde exhibe sus fuentes de investigación y conocimientos sobre las leyendas medievales, dan buena fe de ello. Y es que Lanza es una fantasía medieval concentrada en la que perderse, repleta de aventura, magia y romance, que establece una versión subversiva de la famosa leyenda de Sir Percival. La historia clásica se entreteje con otras leyendas arcaicas y forman una reinterpretación audaz y familiar, viva y sobrenatural, que se salta todas las convenciones establecidas.

Disociando lo familiar
La historia sigue a una niña, inicialmente sin nombre, que luego se hace llamar Peretur y crece con su madre en la naturaleza antes de salir a buscar aventuras. Después de encontrarse con un noble grupo de caballeros, se propone la tarea de unirse a su compañía, se hace un nombre luchando contra feroces bandidos y, finalmente, debe liderar una búsqueda enredada con sus propios orígenes sobrenaturales. Lanza esta contando desde el punto de vista de esta joven que, disfrazada de hombre, crece hasta convertirse en una versión de Parsifal o Perceval, aquí conocido como Peredur (Lanza) dado que nos situamos en el Gales del siglo VI y Griffith utiliza sus equivalentes como explica al final del libro. Así se encuentra con los personajes clásicos como Cei (Sir Kay), Myrddyn (Merlín) o Artos (Arturo) y fragmentos de la mitología irlandesa, como el Tuath Dé, que forman parte central de las aventuras de Peredur.

Lanza tiene la peculiar habilidad para disociar lo familiar, haciendo guiños a diferentes iteraciones del personaje a la vez que rompe todo lo establecido, con una protagonista genderqueer y una habilidosa representación de la discapacidad. El bildungsroman construido por Nicola Griffith se convierte en un mundo nuevo para el lector, que sin dejar atrás los ecos del pasado y resultar en cierta manera familiar, nos empapa por completo y no deja de sentirse como una nueva iteración concentrada y actualizada del mito. El escenario, el viaje y los elementos conocidos están ahí, pero Lanza es una epopeya concisa, que deja clara su propia naturaleza y sorprende por los altos vuelos que alcanza con cada uno de sus nuevos giros.
Ilustración interior

Evocando la leyenda
Quizá una de los aspectos más relevantes cuando comienzas a leer Lanza, a parte de las preciosas ilustraciones de Rovina Cai que acompañan cada pocas páginas, sea el tono y el estilo de leyenda medieval del texto. Y es que no me puedo imaginar los infiernos que ha debido pasar Arrate Hidalgo, su traductora, para conseguir reproducirlo. El texto de Nicola Griffith está plagado de aliteraciones y metáforas llamativas, nunca floridas o pasadas de rosca, sino siempre potentes y destiladas. Cercana a la perspectiva más juvenil de Peretur, Nicola Griffith hace magia cuando pasamos a la acción y nos deja anonadados con las imágenes que consigue describir. Es curioso como Lanza, pese a parecer algo ajeno de primeras, y aún más con su lenguaje, consigue ser una historia tan universal. Una leyenda medieval que narra lo que es sentirse como un extraño, pero que nos insufla a través de sus palabras el valor para encontrar un hogar, una comunidad y una familia.

La magia siendo mágica
Los elementos fantásticos en Lanza están muy presentes, pero se manejan de una manera intrigante durante toda la novela. Hay muchos tipos de magia dentro de Lanza, como los potentes artefactos de los Tuath Dé (el caldero, la lanza, la piedra y la espada), la hechicería de Nimue o la magia de Peretur. Todas impregnan el texto, de una forma casi invisible, en las sombras de realidades simples y detalladas que definen y establecen un escenario histórico complejo. Desde la perspectiva de una inocente e ingenua Peretur que sale de su aislamiento, se nos va revelando un mundo rico y diverso de fantasía medievalista. Sin embargo, ese velo de realidad, va cayendo a medida que Peretur, nuestra protagonista, crece y adquiere tanto experiencia como certeza sobre sus poderes.

Tiene la habilidad de escuchar en el viento para saber si hay alguien escondido, siente el movimiento en el suelo y puede predecir en que dirección le van a atacar. Griffith nos lleva a mirar detrás de la ilusión, un poco por encima de la realidad, en un escenario típico de las fantasías elevadas ambientadas en inmensos palacios. Sin embargo, la verdadera magia, está en las batallas. El trabajo de Griffith en estas es de lo más encomiable, donde nos muestra estas predicciones de una forma memorable, haciendo que seamos conscientes del talento de Peretur pero sin que esto lo haga del todo predecible el resultado. Nada que ver con la magia de Nimue, mucho más psíquica y psicodélica, pero igual de disfrutable. La magia siendo mágica, amigues.
Ilustración interior

Modernidad y tradición
Si hablaba antes de que uno de los aspectos más interesantes de Lanza es la prosa, el otro es, sin género de duda, la habilidad para incorporar la inclusión a la estructura básica de la historia sin expresarla en términos modernos. Y es que una de las cosas que mejor hace Lanza es como maneja la sexualidad. El viaje de Peretur es también su viaje para encontrar su propia identidad, y para ello, no carece de deseo o romance. Sin embargo, solo nos muestra su profunda incomodidad, su terrible inquietud y las extrañas relaciones que maneja. Sus relaciones con otras mujeres no se sienten vergonzosas, sólo algo privado, como su verdadera identidad. Descubrir su nombre es importante para ella, pero fue solo el comienzo de su viaje hacia la vida. La sexualidad es parte de ella, pero no la define. Es solo una parte de quien es, de su verdadero ser. Por eso digo que al final, Lanza es una leyenda universal. Todo ser humano ha emprendido este camino, el de encontrarse a sí mismo, y por eso Lanza, consigo conectar con cualquier tipo de lector y colectivo.

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