En la casa de Ícelo, de Isabel del Río

Portada de En la casa de Ícelo, con el fondo verde y en medio una cuerpo cubierto con una túnica rosada y dos brazos que asoman, con las palmas extendidas hacia delante y un ojo abierto en cada una.
En la casa de Ícelo
Isabel del Río
InLimbo
Rústica con solapas | 128 páginas | 15€Cuatro estrellas doradas



Monstruos, espectros, apocalipsis, objetos malditos y canibalismo. Si, todo eso, ya sabemos que da mucho miedo. Pero mucho más lo dan las pesadillas, aquellas zonas más oscuras de nuestros sueños que se vuelven más reales. Los terrenos y objetos que conocemos en nuestra vida cotidiana, pero que de repente se vuelven inciertos, distorsionados y contaminan nuestra existencia de una especie de halo magico. Una barrera intangible, que bordea nuestra cordura, hace dudar nuestra veracidad de los hechos, y deja penetrar por debajo de nuestra dermis una sensación de inseguridad constante.

Si Ícelo es una de las encarnaciones de las pesadillas, hijo de Hipnos, imaginaos lo que es visitar su casa, tal como ha titulado Isabel del Río su última colección de relatos publicada en InLimbo. Con un estilo suave, sutil por momentos pero repleto de sensaciones pesadillescas tras sus palabras, los breves relatos de En la casa de Ícelo viven en los espacios sin nombre humano, en las fuentes cerebrales que manan mensajes inquietantes e inteligibles para la mente. Cada relato, de corta extensión y con una hábil capacidad para condensar sus ideas sin rodeos, proporciona al lector una dosis letal de desasosiego catártico que funciona como una droga: quieres más.

Una casa desvencijada, con una escalera y un pasillo conectados.
Ilustración de Pixabay

Una noble señora que vive recluida en sus habitaciones. Objetos, como una antigua mesa de madera, que subyugan la mente de las personas. Una lucha contra un sueño que se siente real. La llegada de una chica a una nueva casa que ya esta habitado por seres que no puede ver. El poder de los sueños, funcionando como visiones del pasado y del futuro. El sueño de un fin del mundo, tampoco podía faltar. Las obsesiones más extrañas, como la del vampirismo clínico. Un montón de premisas viven dentro de En la casa de Ícelo, siempre rondando el concepto de pesadilla, de una forma u otra, descolocando y conectando la realidad a su antojo para inquietud del lector.

Sin embargo, si algo tengo que destacar de todo el conjunto, es la novela corta que cierra las puertas de En la casa de Ícelo. Por que si el resto de relatos son como sensaciones dosificadas a modo de chutes breves y extraños de terror, en El perfil de la sombra tenemos una pesadilla mucho más elaborada. Una casa nueva para nuestra protagonista, hechos extraños que rodean a la inquietante comunidad de vecinos y el efecto perturbador que poco a poco, van calando en la protagonista. Y en nosotros. Todos los elementos vistos en los otros cuentos, que parecen fascinar a Isabel del Río, están aquí puestos a la parrilla y salen airosamente bien parados, en una de esas historias sencillas pero que, meses después, deja cierto poso en el lector. Y eso, no es tarea sencilla.

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